Eugene Rumer, director del programa de la Fundación Carnegie para Rusia y Eurasia: "La idea de que los problemas económicos van a interferir con el Kremlin, y que las sanciones forzarán a Rusia a adoptar una postura sumisa, es incorrecta”.
Según el general Philip Breedlove, jefe militar de la OTAN, Moscú pretende cambiar el orden del mundo. Todo el establecimiento militar estadounidense considera a Rusia como la mayor amenaza para EE.UU. Como respuesta, el Pentágono está reforzando sus tropas, unidades blindadas y artillería en el este de Europa, y pide 3,4 miles de millones de dólares para pagarlo.
Mientras tanto, el presidente de EE.UU. Barack Obama, sostiene que Rusia está “desbordada y sangrando” en Siria, y que su economía está retrocediendo “drásticamente”. La nación es vista por otros como una “superpotencia vacía” sin una estrategia real detrás de sus aventuras en el exterior.
Entonces, ¿qué imagen se aproxima más? Las dos. La economía está retrocediendo. La pobreza está aumentando. Sin reformas profundas y amplias —lo cual pocos esperan por parte de Vladimir Putin— las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas. El presidente podría seguir estando legalmente en el Kremlin durante muchos más años, presidiendo un estancamiento en su país y una postura de confrontación en el extranjero, como forma de compensación.
Con un presupuesto de economía y defensa que constituyen una mínima parte comparados con los de EE.UU., al líder ruso le ha ido muy bien. Se ha mantenido en el poder durante casi 20 años. Se ha mantenido firme frente a la OTAN en la antigua Unión Soviética. Y se ha posicionado como un negociador en el Oriente Medio.
Su actuación en Siria muestra crueldad, destreza, determinación y criterio. Ignorando la brutalidad del presidente Bashar al-Assad, y con EE.UU. y Europa no estando dispuestos a intervenir en la guerra civil, Putin llenó el vacío y con un despliegue de fuerzas aéreas cambió el curso del conflicto. Más tarde anunció que se retiraba de la escena pero que dejaba la puerta abierta a un posible retorno.
Misión cumplida entonces. Assad ha sido salvado y todos los bandos de la guerra civil han desechado la idea de que una victoria militar es posible. En un giro de acontecimientos singular, la intervención de Putin preparó el terreno para el primer alto el fuego serio durante la guerra, y posiblemente conversaciones de paz reales —bajo sus propios términos.
En términos más generales, Rusia ha vuelto al Oriente Medio. Se encuentra en el centro de una compleja red que incluye no solo Siria, sino todas las otras partes directa o indirectamente involucradas en el conflicto de más envergadura en la región —incluidos los EE.UU. y la UE. Moscú no puede resolver los problemas de la zona (¿y quién puede?), pero estos tampoco pueden ser resueltos ahora sin su participación.
El conflicto de Siria está demostrando que Rusia, considerado en la década de los 90 como una mera potencia regional, posee un ejército eficiente y la voluntad para usarlo, si es necesario. ¿Significa esto también que Moscú se ha embarcado en una nueva era de aventura militar? No. Putin se ha acercado a las líneas rojas de la OTAN, pero no las ha cruzado. Las guerras en Georgia de 2008, y en Ucrania en 2014, fueron contra naciones que no estaban cubiertas por la garantía de seguridad de la OTAN; se libraron para impedir esa garantía. En Siria, Rusia estaba segura de que EE.UU. y sus aliados no intervendrían.
¿Qué es lo siguiente? Putin probablemente desafíe a la OTAN en los Países Bálticos, pero no militarmente. Tiene una herramienta diferente, pensada para debilitar la cohesión de la alianza y la confianza en su garantía sin provocar una respuesta armada. Las ciberoperaciones, boicots económicos y amenazas nucleares están a su disposición. Estas herramientas son relativamente baratas, se las puede permitir.
La noción de que los problemas económicos le pondrán trabas al Kremlin, y que las sanciones forzarán a Rusia a retirarse de Ucrania y adoptar una postura flexible, es incorrecta. Como también es equivocada la imagen de Rusia como potencia débil, retirada del ámbito internacional, que solo se concentra en la estabilidad política como una forma de supervivencia política. Eso fue en los 90, un periodo que muchos en Rusia recuerdan y pocos están dispuestos a recordar.
Hoy en día, Moscú tiene mayores ambiciones, mejores recursos y buena disposición para responder a sus oponentes cuando sean desafiados. Eso es lo que Putin ha hecho en Siria, y sería prudente esperar que lo hiciera de nuevo.