El día que se retire, Rajoy tiene la vida resuelta sin necesidad de puertas giratorias ni pensión de ex presidente: puede convertirse en coach de éxito, y dedicarse a dar conferencias para ejecutivos, escribir libros de management, presentar un programa televisivo de talentos, y poner su nombre a cualquier cosa, que se la compraremos: el método Rajoy, la dieta Rajoy, inglés con Rajoy, cocina con Rajoy, en forma con Rajoy.
Lo pienso cuando veo el consenso periodístico de estos días sobre Rajoy como el gran triunfador del momento político. Y no seré yo quien diga lo contrario, pues los hechos mandan. Yo ya he perdido la cuenta de las veces que dimos por muerto al todavía presidente, y ahí sigue. No iba a sobrevivir a las protestas ciudadanas, ni a los recortes, ni a los papeles de Bárcenas, ni al 20D, ni a los pactos políticos, ni a las voces que pedían renovación dentro de su partido... Y ya ven, hasta Sánchez ha acabado por retirar lo de “indecente”, mientras sus enemigos han ido pasando por su puerta en modo cadáver, uno tras otro, lo mismo rivales políticos que disidentes internos o directores de periódico.
Vosotros ya no os acordáis, pero cuando llegó a Moncloa hicimos la broma de apodarlo “Mariano el Breve”, porque la crisis se lo iba a comer por los pies; y en las manis cantábamos lo de “Mariano, Mariano, no llegas al verano”. Pues toma pedorreta: ha agotado su legislatura hasta el ultimísimo día legal, y le ha añadido como poco otros ocho o nueve meses en funciones. A lo tonto, “el Breve” se va a pasar cinco años en el cargo, eso como poco, que ya veremos tras el 26J.
Hemos criticado sus momentos de inacción, nos hemos burlado de su pachorra, lo hemos caricaturizado en siesta permanente, pero otra vez le ha salido bien: cuatro meses relajadito, en su Moncloa en funciones, dejando que los otros se desgastasen mientras él guardaba fuerzas para la siguiente campaña, que en realidad no necesita ni hacer. Podría no salir de casa hasta el 26J, y le iría igual de bien, porque lo que ha conseguido con la repetición electoral es que en las próximas urnas ya no juzguemos la legislatura 2011-2015, la de los recortes y la corrupción, la de la desigualdad y la precarización, sino la legislaturita de cuatro meses. Y él, dando lecciones: ayer recomendó a sus rivales “actuar en el futuro con más calma y tranquilidad”. Es decir, que se rajoyicen, que sigan el yoga Rajoy, la dieta Rajoy.
Si vuelve a ganar las elecciones, si encima mejora resultado como aventuran las encuestas, si crecen la abstención, la apatía y el desencanto, tendremos que admitir que el método Rajoy ha alcanzado victorioso sus últimas posiciones: la rajoyización total de España, la rendición de su partido, de la democracia y de la sociedad toda al tiempo que marca el reloj de Rajoy, todos contagiados de rajoyismo, España rajoyizada, quién la desrajoyizará.
No sé, yo mismo me empiezo a ver un poco Rajoy, a ratos, pero tampoco me preocupa: visto lo visto, es la fórmula para triunfar.