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Mosul, la ciudad más grande de Irak que actualmente está en manos del Estado Islámico, puede que no sea liberada en un futuro próximo.

Poco después de que en junio de 2014 el Estado Islámico tomara Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, un representante de altos cargos del Kurdistán iraquí visitó Washington con una preocupante cuestión: ¿Quién les ayudará a recuperar la ciudad?

El ejército iraquí estaba muy destruido, los kurdos se encontraban demasiado débiles y las potencias extranjeras, como Turquía y los Estados Unidos, no estaban dispuestas a enviar tropas terrestres.

Han ocurrido muchas cosas en los casi dos años transcurridos desde entonces. Entre otras cosas, el gobierno de Obama volvió a adiestrar a aproximadamente 20.000 soldados iraquíes, envió unos 5.000 instructores, marines y soldados de operaciones especiales estadounidenses a la zona y lanzó más de 11.000 ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico.

Sin embargo, la semana pasada cuando otro representante de altos cargos kurdo hizo circular por Washington que su pregunta sobre Mosul seguía siendo la misma: ¿Quién va a recuperar la ciudad?

"Oímos que está a punto de elaborarse un plan para recuperar la ciudad. Pero tenemos la sensación de que hay enormes lagunas en ese plan", dijo Qubad Talabani, el viceprimer ministro del Gobierno Regional Kurdo en Irak, que recientemente se reunió en Bagdad con el primer ministro, Haider al Abadi, y el alto mando de Estados Unidos, el Teniente General Sean MacFarland.

Recientemente, las autoridades de Estados Unidos han estado alabando lo que dicen que ha sido el creciente impulso de la guerra contra el Estado Islámico. Estas afirman que el presidente Obama, que la ha llamado en varias ocasiones su máxima prioridad, ha pedido "acelerar" la campaña.

Sin embargo, escuchar a los kurdos es apreciar los enormes obstáculos que aún deben superarse antes de que puedan recuperarse las dos ciudades más importantes que están ocupadas por los yihadistas, Mosul en Irak y Raqqa en Siria.

No solo es la ausencia del número adecuado de fuerzas militares, sino también de financiación, liderazgo político y lo más difícil de conseguir en Oriente Medio: una visión práctica de lo que ocurriría el día después de que se destruyera a los malos.

No ayuda el hecho de que Irak esté sufriendo una crisis económica y financiera causada por la caída de los precios del petróleo y la agitación política en Bagdad, donde un acorralado Abadi ha estado intentando, aunque sin éxito, establecer un nuevo gabinete.

Esas agitaciones han dejado a la región autónoma del Kurdistán rota: a sus combatientes, los peshmerga, no se les ha pagado durante tres meses. Talabani estaba en Washington, en parte, para solicitar ayuda económica a EE. UU., sin la cual las fuerzas kurdas probablemente no se podrían movilizar para una ofensiva en Mosul. Los kurdos pidieron 200 millones de dólares al mes, pero el Pentágono accedió solo a 50 millones de dólares.

La Casa Blanca no ha tomado ninguna decisión acerca de la financiación de los kurdos. Incluso si se recibe el dinero, la cuestión principal sigue siendo: ¿Quién dirigirá el combate en las calles de Mosul?

Los terroristas han construido bermas defensivas por toda la ciudad, colocaron minas y artefactos explosivos improvisados ​​y, según los kurdos, cargaron los proyectiles de artillería con gas mostaza. Así que una fuerza de asalto podría hacer frente a los ataques químicos que las tropas estadounidenses esperaban en 2003, pero que nunca tuvieron que afrontar.

El mes pasado, las fuerzas del ejército iraquí fracasaron rápidamente cuando intentaron comenzar las operaciones de limpieza, cerca de la ciudad de Makhmour, a unos 1.127 kilómetros al sur de Mosul. Fue entonces cuando se enviaron clandestinamente 200 marines estadounidenses a la zona para establecer una "base de artillería". Incluso con ese apoyo, los iraquíes han logrado recuperar solo unas cuantos de pueblos. Falah Bakir, jefe de relaciones exteriores de Kurdistán, declaró a un grupo de periodistas del The Washington Post: "Todos sabemos que el ejército iraquí aún no está preparado".

En la actualidad, el Pentágono habla de la necesidad de establecer más bases de artillería en el camino a Mosul y, según algunas fuentes, puede que envíe cientos de fuerzas de operaciones especiales y otras tropas mientras se desarrolla la campaña.

Los comandantes esperan que se entrenen a miles de miembros de las tribus sunitas como fuerzas de seguridad que se pueden utilizar para proteger la ciudad liberada. Sin embargo, todavía no está claro si a las milicias chiitas de Irak apoyadas por Irán se les permitirá unirse al asalto, ya que están presionando para hacerlo. Si es así, podrían sumergirse en un derramamiento de sangre sectario con los sunitas.

Estas complejidades probablemente explican por qué Abadi y MacFarland aún tienen que mostrar un plan de campaña completo a los kurdos. Incluso más remota es la posibilidad de una estrategia para el gobierno de postguerra en Mosul y otras zonas habitadas por los sunitas, que suplantaría al Estado Islámico con algo que los habitantes de la zona apoyarían. Talabani reconoce que una jurisdicción sunita dentro de un Irak federal podría ser una solución, pero nada indica que el gobierno dominado por los chiitas en Bagdad, sus aliados en Irán o incluso los sunitas estarían de acuerdo con eso.

Todo esto apunta a una clara conclusión: No habrá liberación de Mosul en 2016. El Estado Islámico sobrevivirá al gobierno de EE.UU. cuyos errores en Siria e Irak ayudaron a crearlo. Esta será la parte más fea del legado de Obama.

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