Los ucranianos y los rusos parecen tener muy claro por qué Jamala, la ganadora de Eurovisión de este año, se ha presentado al concurso con esa canción.
Ucrania puede que no sea capaz de ganar sus guerras contra los rebeldes apoyados por Rusia y contra la corrupción interna, pero ha vencido a Rusia de manera espectacular en el Festival de la canción de Eurovisión. Aunque los expertos han intensificado el mensaje político, los votantes rusos y ucranianos no se dejaron arrastrar por la propaganda de guerra.
Atrás quedaron los días en los que Eurovisión seleccionaba a las estrellas musicales del futuro, ganadores como ABBA, Celine Dion y France Gall. Los ganadores de hoy en día pueden ver sus trabajos en las listas de éxitos el año de su triunfo, pero poco después suelen quedar en el olvido.
Sin embargo, la importancia de los aspectos competitivos y políticos del concurso ha aumentado desde que los países de la era posterior a la Unión Soviética y de la antigua Yugoslavia comenzaron a participar y votaban sus simpatías y resentimientos como si la música no importara.
Este año, Eurovisión se ha superado a sí mismo. El concurso tiene reglas contra el contenido político, y en 2009, su órgano de gobierno descalificó la participación de Georgia con la bailable canción "We Don't Wanna Put In", debido a su referencia poco sutil hacia el presidente ruso Vladimir Putin.
Sin embargo, en marzo los organizadores aceptaron la presentación de Ucrania para este año con "1944", una canción de Susana Jamaladinova, también conocida como Jamala.
Usted puede juzgar por sí mismo si la letra de la primera estrofa, que según Yamala trata sobre la expulsión forzosa de los tártaros de Crimea por Stalin en 1944, equivale a un "discurso político".
"Cuando los extranjeros llegan/Llegan a su casa, Maten a todos /y dicen: /No somos culpables".
No es que Stalin o sus secuaces no abordasen nunca la cuestión de la culpabilidad. Putin ha condenado la expulsión de 1944. Sin embargo, también había negado en repetidas ocasiones el uso del ejército ruso para ocupar Crimea en 2014 antes de que se convocase precipitadamente un referéndum para unirse a Rusia y lo utilizase entonces para justificar la anexión rusa.
Más tarde, admitió la presencia de las tropas rusas en Crimea, pero no en el este de Ucrania, donde existen pruebas contundentes de que las unidades rusas regulares ganaron las batallas clave para los rebeldes secesionistas.
Así que los ucranianos y los rusos tienen muy claro por qué Jamala, hija de un padre tártaro de Crimea y de una madre armenia, decidió presentarse al concurso europeo con esta canción este año. Cuando Ucrania la eligió como su concursante para el año 2016, Ruslana, la cantante activa políticamente que ganó el festival de Eurovisión para Ucrania en 2004, dijo que la canción canaliza el "dolor de perder Crimea" y un importante legislador ruso expresó públicamente la esperanza de que Eurovisión la descalificara.
El participante ruso, Sergei Lazarev, que se convirtió en el favorito de los corredores de apuestas durante el concurso, cantó una balada sobre el amor y la separación; pero, esta canción también tiene un poco de relación con la anexión de Crimea. En 2014, un presentador de televisión de Ucrania le preguntó si consideraba rusa a Crimea y él respondió con un no rotundo. Explicó que la consideraba de Ucrania y que él no sentía la misma euforia que la mayoría de los rusos sobre la "devolución" de la península.
Más tarde, Lazarev alegó que sus comentarios se habían modificado y sacado de contexto. Ahora dice que la nueva situación de Crimea es algo a lo que hay que acostumbrarse.
A pesar del cambio repentino, el gobierno de Rusia apoyaba a Lazarev. La ira y la decepción llegaron cuando consiguió el tercer puesto y Jamala ganó.
"Una victoria era importante para que nuestro país le demostrase a Europa nuestra actitud abierta, que nadie está quemando a nadie en la hoguera, que tenemos una civilización y valores culturales" escribió el periódico sensacionalista, Komsomolskaya Pravda.
No hubo una reacción oficial a la victoria de Jamala, pero Ruslan Balbek, jefe adjunto de la administración rusa de Crimea llamó a Jamala "un rehén para los juegos políticos que Occidente ha desencadenado contra Rusia".
Otros afirmaron que las nuevas reglas introducidas este año habían asegurado la victoria de Jamala. En ediciones anteriores, los votos de los mensajes de texto de los telespectadores (a quienes no se les permitía votar a su propio país) se juntaron con los votos de los jueces profesionales, en su mayoría músicos y personalidades de la televisión.
Ahora los votos del jurado se anunciaron por separado al final, para mantener el suspense. Y está claro que fueron los votos de los jueces los que le dieron la victoria a Jamala, mientras que Lazarev ganó el voto popular.
Es posible que los jueces en Polonia, Letonia y Georgia – todos aliados incondicionales de Ucrania en su lucha por romper la órbita de Rusia – se dejaran influenciar por consideraciones políticas. Le dieron a Jamala la máxima puntuación.
Sin embargo, los jueces en Serbia, Israel, Moldavia, Macedonia y San Marino, que también le dieron a Jamala 12 puntos cada uno, no no se pueden considerar que estén en contra de Rusia a priori. Jamala no consiguió ningún punto de los jueces de Francia y obtuvo unos mediocres 7 puntos de Alemania, por lo que los jueces de los principales miembros de la Unión Europea en realidad no conspiraron para imponer sanciones musicales en Rusia.
Se puede imaginar que a la mayoría de los jueces que votaron por Jamala simplemente les gustó su voz potente, sus vocalizaciones de jazz y el coro exótico de la canción que interpretó en el idioma tártaro.
En la "vieja Europa", a los votantes no les importaba demasiado ninguno de los rivales políticos. Sin embargo, en las redes sociales de Ucrania la actuación de Jamala dio lugar al entusiasmo propio de una gran victoria militar, incluyendo las emotivas felicitaciones del presidente Petro Poroshenko. Y como Ucrania será la sede del festival de Eurovisión del próximo año, se escuchan voces pidiendo una celebración "en la Crimea ucraniana".
Las disputas entre Ucrania y Rusia sobre la competencia para el año 2017 no han hecho más que empezar. El viceprimer ministro ruso, Dmitri Rogozin, propuso enviar al cantante de rock Sergei Shnurov para representar a Rusia: "No va a ganar, pero les dirá lo que pueden hacer para ellos mismos".
El legislador ucraniano Anton Gerashchenko advirtió a Rusia de que solo podrá enviar a concursantes que no están en la lista negra de Kiev para apoyar la ofensiva rusa contra Ucrania. Dmitri Peskov, el secretario de prensa de Putin, respondió que Ucrania tendría que seguir las normas de Eurovisión y dejar participar a quien Rusia eligiera.
Nada de esto tiene que ver con la música - y poco tiene que ver con cómo la gente común en Rusia y Ucrania se siente realmente. Los votantes rusos dieron a Jamala 10 puntos, casi el máximo. Los ucranianos dieron a Lazarev los 12 puntos.
Algunos comentaristas de Ucrania ya han sugerido que se falsificó la votación, pero cualquier ruso que haya viajado a Ucrania desde la anexión de Crimea dará fe de que los ucranianos han mantenido su actitud amistosa hacia los visitantes del otro lado de la frontera oriental.
Y a pesar de las olas de propaganda que inundan ambas naciones, a los rusos nunca les ha dejado de gustar los ucranianos tampoco. Son los gobiernos y los militantes más "patriotas" los que han creado una campaña de odio entre ellos.
Pero los que que envían mensajes de texto para votar por una canción no quieren formar parte de esta.