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No es momento para tabúes en las aulas.

Los jóvenes de Europa están creciendo en un momento en que el continente se enfrenta a una serie de temas divisorios: el terrorismo, la austeridad, los refugiados, la guerra en Ucrania, la inestabilidad en Turquía y el Brexit en el Reino Unido.

A medida que desarrollan sus puntos de vista culturales y políticos, necesitan toda la orientación responsable que se les pueda dar. Internet puede contribuir mucho a la hora de ampliar las mentes jóvenes, pero gran parte de él – en especial las redes sociales – está lleno de polémica y opiniones desfilando como hechos.

La gente joven necesita cada vez más foros en los que pueden desafiar los prejuicios, se puede corregir información errónea y puede celebrarse la tolerancia.

Las escuelas, por lo tanto, tienen un papel importante que desempeñar. Y, sin embargo, cuando el Consejo de Europa – organismo de defensa de los derechos humanos en Europa – convocó a los maestros a partir de una selección de países europeos, quedó claro que las cuestiones candentes de hoy en día se han convertido en un tabú en las aulas de todo el continente.

En algunos casos, los gobiernos prohíben explícitamente ciertos temas en un intento de contentar a la mayoría. Rusia, por ejemplo, ha prohibido enseñar a los niños acerca de las relaciones LGBTI.

En algunas sociedades, otro problema es la percepción de que hablar sobre la vida privada es poco grato en lugares públicos. Los profesores franceses, por ejemplo, señalan a interpretaciones confusas del laicismo, un principio fundamental de la sociedad francesa que restringe la expresión religiosa en la esfera pública.

Después de los ataques terroristas del pasado noviembre en París, una niña preguntó si los autores eran “musulmanes malos”. Un compañero angustiado la hizo callar de inmediato, ya que tenía miedo de que la mera mención del Islam acarreara un castigo para todo el grupo.

Europa está cambiando debido al terrorismo y la crisis de refugiados

Lo más preocupante de todo es la creciente expectativa de los maestros para identificar a las personas en riesgo de radicalización, animando a los alumnos a no dar opiniones potencialmente controvertidas. Esto es particularmente evidente en Europa occidental, donde muchos estados se han sorprendido por el aumento del llamado “terrorismo doméstico”.

Un número cada vez mayor de gobiernos – en Austria, España, Suiza, Francia y Dinamarca, por ejemplo – le han pedido a las escuelas que desempeñen un papel más activo en la prevención de futuros ataques. El Reino Unido ha dado un paso adicional al establecer una obligación legal en el personal de dar parte de cualquier alumno cuyo comportamiento haga sonar alarmas.

En los momentos de mayor inseguridad, todos los miembros de una sociedad deberían estar atentos, y está bien buscar nuevas formas de proteger a los ciudadanos. Pero este tipo de políticas, por muy bien intencionadas que sean, pueden ser contraproducentes.

La sospecha en nuestras escuelas no hará que estemos más seguros.

Por otra parte, muchos maestros dicen que se sienten obligados a actuar como policías en la búsqueda del “próximo yihadista”. Un maestro belga recordó recientemente, con consternación, cómo una compañera se jactaba de “tener a uno” en su clase, mientras sostenía un texto que había confiscadas de la mesa de este estudiante. El libro era sobre los derechos de la mujer en el Islam. La chica fue expulsada sin explicación.

Cerrar conversaciones cierra las mentes, y esto no augura nada bueno para el futuro de Europa. ¿Podemos esperar realmente que los jóvenes defiendan las libertades de las que dependen las democracias estables si muchos de ellos crecen sintiéndose amordazados?

Las cuestiones que están tratando de resolver pueden ser desalentadoras. Algunos están luchando para darle sentido a su herencia mixta. Con el nacionalismo y la xenofobia en aumento, ¿qué significa ser una segunda generación marroquí nacida en los Países Bajos? ¿Cómo debería hacerse camino un ciudadano judío joven ante el resurgimiento del antisemitismo en Europa?

Otros tienen problemas éticos. Los estudiantes de Bélgica y Alemania y otros países han preguntado por qué sus países conmemoran a las víctimas de ataques en Bruselas y París, pero no en Ankara u otros lugares de Oriente Medio. Mientras que otros aprovechan el estado de ánimo social. Los investigadores informan de un fuerte repunte en el sentimiento anti-árabe entre los adolescentes en Croacia, desde el inicio de la crisis migratoria europea.

El Consejo de Europa unirá fuerzas con los profesores, académicos y la Fundación Baroness Warsi del Reino Unido para capacitar a los profesionales para llevar a cabo discusiones difíciles de manera eficaz, abierta y respetuosa. Necesitamos aumentar con urgencia la libertad de expresión en las escuelas europeas.

Debemos estar activos y confiados en enseñarles a los jóvenes de Europa cómo vivir como ciudadanos democráticos en sociedades diversas.

A pesar de las preocupantes tendencias, hay escuelas que están haciendo esto bien. Y, si bien los contextos nacionales varían, hay principios y técnicas que se pueden aplicar más allá de las fronteras.

En los próximos meses se garantizará que las mejores experiencias y prácticas son compartidas entre los países miembros, como parte de la iniciativa del Consejo de Europa para mejorar la calidad de la educación democrática europea. El respaldo político será crucial. Hay maestros que están dispuestos a abordar cuestiones delicadas – pero no si los censuran de manera excesiva o les piden que se comporten como espías.

Mientras Europa sigue enfrentando un período de crisis e incertidumbre, no debería haber más tabúes en las aulas. Es en beneficio de todas las democracias que los jóvenes aprendan el valor del debate libre.

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