Según el economista Jeff Thomas, todas las sociedades se han convertido en un blanco fácil para los políticos que prometen quitarle a los ricos para dárselo a los pobres.
“El gobierno tiene que tomar recursos de alguien antes de poder repartirlo con otros. Este acto destruye una economía. Cuanto más coges de los miembros productivos de la sociedad, menos productivos se vuelven. Esa es la lección principal de la historia del socialismo”.
La cita anterior pertenece a Porter Stansberry – de su libro, America 2020: The Survival Blueprint. Establece un concepto que he descrito desde hace años, pero Porter lo expresa de forma más sucinta. En particular, invalida el argumento de muchos “progresistas” que, aunque no recomiendan un socialismo total, sino que creen en conseguir “la mezcla perfecta” de socialismo y capitalismo para crear el sistema ideal.
Desafortunadamente, por muy viable que pueda sonar este concepto, incluso las políticas nacionales socialistas moderadas resultan en un deterioro moderado del sistema. No es diferente de ser “sólo un poco” adicto a la heroína.
Se puede argumentar que, “Eso es diferente. Con la heroína, el adicto siempre va a terminar con ganas de más y se hará aún más dependiente”. Exactamente – y esa es una verdad incuestionable para el socialismo también. Una vez que el concepto de “cosas gratis” es parte del sistema de gobierno de una nación, el deseo de tener más cosas gratis se eleva inexorablemente.
Y, por supuesto, en el pasado hemos visto que los gobiernos siempre dan la cara cada vez que se sugiere la demanda de más cosas gratis. Pero ¿por qué debería ser así? ¿No sería menos probable que un gobierno más conservador profiriera estos derechos?
En realidad, no. Creer esto es no entender la naturaleza misma de la gobernabilidad. A los que son gobernados les gusta creer que su gobierno existe para servirles, y todos los líderes políticos son rápidos en alentar esta percepción.
Sin embargo, los líderes políticos entienden perfectamente que existen principalmente para dominar y alimentarse del electorado. Por supuesto, ellos no pueden decir esto en voz alta, pero, independientemente de su afiliación política, esa es su auténtica razón de ser.
En una sociedad de libre mercado, un gobierno no es especialmente necesario. Puede que sea necesario para defender el país si este es invadido, o, posiblemente, puede ser útil para crear una moneda nacional, construir carreteras nacionales, etc. (Pero incluso estas necesidades son discutibles).
Una sociedad de libre mercado es beneficiosa, ya que crea prosperidad. Enriquece a la población con dinero, bienes y servicios. También recompensa a aquellos que son más productivos. Sin embargo, tiende a dejar atrás a aquellos que son menos productivos, y aquí es donde los líderes políticos a encuentran su oportunidad para sacar provecho.
Supongamos que tenemos un país que se compone de cinco votantes, con su respectivo valor neto reflejado de la siguiente manera:
Votante A: 1 $
Votante B: 10 $
Votante C: 100 $
Votante D: 1.000 $
Votante E: 10.000 $
Si me presentara como candidato a la presidencia y declarara que nadie debería poseer más de 10 $, no sería elegido, puesto que la mayoría de los votantes me consideraría una amenaza. Pero declarara que “los codiciosos ricos” tienen demasiado dinero y se les debería exigir que “devolvieran algo”, posiblemente conseguiría que todos los electores votaran por mí, excepto el E.
¿Por qué tiene que ser esto así? Porque nadie piensa en sí mismo como uno de “los ricos codiciosos”. Para el hombre que vale 1.000 $, los ricos codiciosos son aquellos que tienen un valor de 10.000 $ o más. Pero, del mismo modo, el hombre con un valor de 100 $ piensa que los ricos codiciosos tienen uno de 1.000 $ o más. La naturaleza humana dicta que no nos vemos a nosotros mismos como personas codiciosas, pero no es demasiado difícil para los políticos convencernos de que aquellos que tienen más que nosotros son codiciosos. Además, una vez que estamos convencidos de ello, no es demasiado difícil engañarnos haciéndonos creer que los ricos codiciosos, de alguna manera, han conseguido esta riqueza quitándonosla a nosotros.
Por lo tanto, cualquier sociedad se convierte en un blanco fácil para los líderes que prometen coger de los ricos y “devolver” a los menos ricos, como una versión moderna de Robin Hood. Pero ¿existe un socialismo “correcto” en la que se les quita a los ricos, pero la prosperidad del país queda intacta? Bueno, esta es la razón por la que nunca va a ocurrir en ningún país...
Los líderes políticos, como se ha indicado anteriormente, no existen para servir a la población, existen para alimentarse de ellos y dominarlos. No pueden hacer esto sin la riqueza de los electores que pasa por sus manos. Cuanto más riqueza llegue a sus manos, mayor será la cantidad con la que se pueden quedar tanto para enriquecerse como para aumentar su poder. (Sólo en Uruguay el Presidente dejará el cargo de conduciendo el mismo Volkswagen que tenía cuando asumió el cargo).
Y así, está en la naturaleza de los gobiernos (ya afirmen ser conservadores o liberales) intentar aumentar el tamaño del gobierno anualmente (lo que requiere que cada vez más ingresos pasen por sus manos) y tengan un papel cada vez mayor en la distribución de la riqueza de la nación. Todos los gobiernos harán todo lo posible para crecer, ya que precisamente les interesa hacerlo. Todos los gobiernos, independientemente de su retórica de partido, persiguen continuamente un mayor nivel de políticas socialistas. En este sentido, los partidos políticos son intercambiables.
De modo que, ¿dónde queda el votante común? Pues bien, la gran mayoría va a votar por el candidato cuya retórica se acerca más a sus propios ideales, pero sin duda será el perdedor en consecuencia. (La retórica de las campañas casi siempre resultan ser una mentira).
La elección, en realidad, es si el individuo está viviendo en una jurisdicción en la que cree que el gobierno ya ha llegado a ser tan socialista que él es un perdedor neto, en lugar de un receptor neto. Más allá de este punto, su futuro sólo puede continuar empeorando.
Esta es la conclusión más desagradable a la que enfrentarse, ya que informa al individuo no sólo de su situación actual, sino del resto de su vida. Dando un paso atrás y observando todo su futuro desde un mejor posición estratégica, se da cuenta de que, cada vez más, se estará dando cabezazos contra la pared si se queda donde está.
Aquellos que se internacionalizan, hacen esto con el entendimiento de que, si escogen un país porque es el más idóneo para realizar operaciones bancarias y eligen otro porque es el más productivo para investir, podrán prosperar. En algún momento, se darán cuenta además de que también es beneficioso aplicar esa lógica a la hora de elegir su país de residencia.
A lo largo de la vida de cualquier persona que aspira a una vida mejor, existe una tendencia a cambiarse de barrio de vez en cuando para alcanzar una mejor calidad de vida. Sin embargo, la mayoría de la gente abandona esta lógica tan pronto como llega a las fronteras del país en que nació. En realidad, la decisión de ir más allá de las fronteras nacionales para elegir un sitio en el que vivir – uno donde el sistema no se ha deteriorado hasta el punto de que está usurpando drásticamente la riqueza del individuo – no es un salto tan grande. De hecho, es relativamente fácil de hacer.
En gran parte del antiguo “mundo libre”, el socialismo está aquí para quedarse, pero el ciudadano individual no tiene por qué. Puede que vote con sus pies y se mude a un barrio mejor.
Nota: El socialismo a menudo conduce a un colapso económico y social, hiperinflación, escasez, y reducción de las libertades personales.
Esto es lo que ha ocurrido más recientemente en Venezuela.
La verdad es que puede ocurrir en cualquier lugar. EE. UU. no es inmune. De hecho, es extremadamente vulnerable.
El aumento del socialismo, las malas decisiones financieras, y los niveles masivos de deuda van a causar otra crisis financiera más pronto de lo que pensamos.
Creemos que la crisis que se avecina va a ser mucho peor, mucho más larga, y muy diferente de la que vimos en 2008 y 2009.
Por desgracia, la mayoría de la gente no tiene idea de lo que realmente sucede cuando una economía se derrumba, y mucho menos de cómo prepararse para ello...