La opinión de Diana Furchtgott-Roth, que colabora con marketwatch.com
Muchas personas dicen que Donald Trump es un tipo diferente de republicano. Sí, es inusual en el hecho de que no es un político de profesión y evita la ambigüedad de los políticos. Sin embargo, la mayor parte de sus posiciones políticas están en línea con la ideología republicana tradicional.
Además de haber propuesto una reducción de impuestos y la reforma de la legislación, el presidente electo – que se convierte en el 45º presidente de Estados Unidos – está a favor de la elección de la escuela, del desarrollo energético, de la derogación del Obamacare, de más inmigración legal y de la aplicación de acuerdos comerciales.
Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales de Estados Unidos porque sus políticas van a mejorar la economía estadounidense y la posición de Estados Unidos en el mundo. Además de eso, Trump reconoce los peligros planteados por el Islam radical y pretende fortalecer al ejército estadounidense. Ha garantizado que reducirá los impuestos y las regulaciones onerosas. Por el contrario, Hillary Clinton, afirmó que si hubiese ganado quería subir los impuestos e imponer más regulaciones, así como mantener las fronteras abiertas.
Además, Trump dio la vuelta a la cultura de la rectitud política – al decir cosas que no se deben decir. Para las personas que se sienten limitadas por los nuevos códigos de expresión, donde incluso llevar un sombrero en Halloween se consideraba ser insensible, Trump es un soplo de aire fresco.
Después de ocho años con Obama como presidente, Estados Unidos cuenta con una tasa de crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB) ligeramente superior al 1%. La tasa de participación en la fuerza laboral, el porcentaje de estadounidenses que tienen trabajo o lo están buscando, se sitúa en los niveles de 1978. Las leyes y los reglamentos están desalentando la inversión y la creación de puestos de trabajo.
En enero pasado escribí: "En ocho de las últimas nueve elecciones, si el PIB real mejoró en un año electoral en relación con el año anterior, el partido presidencial en el poder ganó. Si el crecimiento del PIB real se redujo en relación con el año pasado, el partido fuera del poder se quedaba en la Casa Blanca ".
Estas elecciones encajan en el patrón. El crecimiento del PIB es inferior al del año pasado y los ciudadanos quieren cambiar, no quieren cuatro años más de lo mismo.
Trump ha propuesto reducir los impuestos particulares de una tasa máxima del 44% al 33% y los impuestos de sociedades del 35% al 15%, así como eliminar los impuestos inmobiliarios. Por el contrario, Hillary Clinton quería aumentar estos tres tipos de impuestos.
Por supuesto, los presidentes estadounidenses se ven limitados por el Congreso de Estados Unidos. La legislación fiscal se inicia en la Cámara de Representantes y luego tiene que pasar por el Senado antes de ser promulgada en ley por el presidente. El presidente de la Cámara, Paul Ryan, ha propuesto una reforma fiscal en las mismas líneas que Trump y el Senado apoya muchos de los principios fundamentales. Con el Congreso bajo el control republicano, las reformas de Trump tienen una buena oportunidad de convertirse en ley.
En contraste con los impuestos, que son predecibles, las regulaciones de diferentes órganos del poder ejecutivo – que no requieren la aprobación del Congreso – pueden causar estragos en la expansión empresarial y en la creación de puestos de trabajo. La Agencia de Protección Ambiental, el Departamento de Educación y el Departamento de Trabajo han sido especialmente agresivos en los últimos ocho años.
Estos órganos han producido una avalancha de regulaciones. A pesar de que la calidad del aire en Estados Unidos está mejorando progresivamente, la Agencia de Protección Ambiental quiere que los estados elaboren lo que se conoce como Planes de Implementación Estatal para reducir aún más las emisiones de mercurio, ozono, carbono y otras sustancias al disminuir el número de fábricas y centrales eléctricas. El Congreso demócrata en 2010 se negó a aprobar una ley similar debido a las consecuencias negativas sobre el empleo y el crecimiento económico.
El Congreso Demócrata de 2010 tampoco aprobó el Paycheck Fairness Act, que habría exigido a las empresas llevar un registro de las ganancias de sus empleados por raza y sexo. Así que la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo eludió al Congreso y estableció el mismo requisito en la regulación, con un costo sustancial para los empleadores. Las medidas utilizadas para determinar los salarios y las ocupaciones son tan vagas que no pueden resultar de alguna utilidad real para evaluar si las mujeres están bien remuneradas. Sin embargo, esto permitiría a la Comisión investigar a las empresas y acusar a las que establezcan diferencias salariales en función del género.
El Departamento de Trabajo ha tratado de poner límites a las personas que pretenden establecerse como profesionales independientes. Debido a su nueva norma sobre las horas extraordinarias, millones de trabajadores tendrán que pasar de empleos asalariados a trabajos por horas, en caso de que trabajen más de 40 horas a la semana. Los tribunales han anulado varias de sus normas.
No hay ninguna posibilidad de que Clinton hubiera derogado cualquiera de estas normas, ya que dejo claro que las apoyaba y que aplicaría más.
Al haber elegido a Donald Trump y mantener una mayoría republicana en la Cámara de Representantes y en el Senado, Estados Unidos ha tomado la decisión de no continuar en la senda del crecimiento lento, los impuestos elevados, la carga normativa y un ejército débil. Hay que aplaudir estas elecciones.