Entre canapés y agua mineral, los participantes del Foro Económico Mundial discutirán conceptos como la competición geoestratégica, los nuevos antagonistas, la solidaridad global, el cambio exponencialmente disruptivo, la sensación general de incertidumbre, la transformación de la identidad humana y el cambio desde las jerarquías tradicionales hasta las jerarquías en red.
Todos los años a finales de enero, los líderes mundiales - políticos, burócratas, ejecutivos de empresas e intelectuales públicos - hacen una peregrinación a la ciudad suiza de Davos para celebrar la reunión anual del Foro Económico Mundial. La demanda es tan grande que los alojamientos disponibles pronto podrían no ser suficientes.
Estas 2.000 o más personas que forman parte de la élite mundial (el 0,00003% de la población mundial) son los Hombres de Davos (y relativamente pocas mujeres), un término acuñado por el científico político Samuel P. Huntington. La edad media de los participantes es de poco más de 50 años. En su mayoría son hombres, ya que solo hay una mujer por cada 5 hombres. Representan alrededor de 1.000 organizaciones de 100 países diferentes, aunque la mayor proporción proviene de Europa Occidental y América del Norte. A lo largo de varios días los paparazzi y los medios de comunicación seguirán con lupa sus negociaciones, estrategias y políticas.
Durante los últimos años, el Foro Económico Mundial se ha centrado en cuestiones económicas y en el nuevo contexto mundial - conflictos, inestabilidad y cambios políticos, económicos y tecnológicos. Pero en realidad lo que sucede en Davos carece de importancia. Lo que realmente importa de Davos es el concepto en sí mismo. Fundado en 1971 por el economista Klaus Schwab, este acontecimiento aprovecha el voyeurismo del mundo y la superficialidad innata.
En 2016 el tema principal del Foro Económico Mundial era "Dominar la Cuarta Revolución Industrial", cuyo objetivo era preparar a los líderes para un futuro de grandes cambios tecnológicos.
Sin embargo, los participantes ignoraron el hecho de que los avances tecnológicos también destruyen empleos, afectan a los salarios y agravan la desigualdad de ingresos. Tampoco está del todo claro si este mundo de grandes avances tecnológicos encaja con los niveles de deuda insostenibles, con el problema del cambio climático, con la desaceleración en Europa, Japón y los mercados emergentes, así como con la inmigración basada en los conflictos y el riesgo geopolítico.
Irónicamente, el principal tema de este año será el Liderazgo Responsable o cómo enfrentarse al auge del populismo que amenaza el control de los asistentes sobre sus sociedades y economías. Entre canapés y agua mineral, los participantes del Foro Económico Mundial discutirán conceptos como la competición geoestratégica, los nuevos antagonistas, la solidaridad global, el cambio exponencialmente disruptivo, la sensación general de incertidumbre, la transformación de la identidad humana y el cambio desde las jerarquías tradicionales hasta las jerarquías en red.
El orden del día de la conferencia refleja hasta qué punto los asistentes están desconectados de la vida real. A las personas que viven en una burbuja de riqueza o poder les resulta difícil comprender las preocupaciones de los habitantes del planeta. Son pocos los representantes de trabajadores o los trabajadores que participan en los debates sobre la desigualdad económica.
En realidad, Davos no es más que una oportunidad para hacer contactos. Los participantes tienen como objetivo relacionarse con clientes, reguladores, políticos y compañeros durante los días que dura el evento. Las empresas intentan encontrar aliados para sus negocios e intereses financieros en un entorno aparentemente relajado. Para algunos, Davos es un antídoto contra la inseguridad del liderazgo.
La columnista del Financial Times Gillian Tett dijo en una ocasión que Davos no es más que "un grupo de autoayuda para la élite global".
Asistir a la reunión de Davos no es fácil. El Fondo Económico Mundial debe invitarle, y después hay que pagar una cuota de acceso. A continuación debe adquirir una entrada básica que le brinda acceso a las sesiones generales. Si paga una cantidad extra, pasará a ser Asociado Industrial, lo que le permitirá participar en sesiones privadas.
Las empresas pagan una gran cantidad de dinero para convertirse en Socios Estratégicos, que permite llevar a varios asistentes (las personas importantes deben ir acompañadas de su séquito). También hay que pagar los viajes, el alojamiento y el entretenimiento de los socios y clientes. Todo debe mantenerse en un nivel aceptable.
La verdad es que Davos no suele dar lugar a grandes titulares. Los líderes mundiales, los banqueros centrales y los legisladores no suelen dar a conocer información importante o privilegiada, pronunciando unos discursos muy estudiados. Tampoco asisten a todas las sesiones – solo donde quieren ser vistos.
La principal atracción de Davos es su proximidad a la riqueza. La exclusividad es de suma importancia. El acceso está limitado a personas respetadas por los medios de comunicación. Esto evita el inconveniente de tener que tratar con personas de rango inferior. Los asistentes solo tienen que hablar con personas de su misma categoría que les entienden a la perfección.
Los intelectuales se mezcan con intérpretes y artistas. Esto puede dar lugar a cierta confusión en la que los famosos quieren ser intelectuales, los intelectuales quieren ser famosos, y los líderes empresariales quieren ser ambos.
Además, Davos ofrece una excelente oportunidad para afirmar su lugar en la élite. ¿Ha tomado un vuelo comercial o ha utilizado su jet privado? ¿Dónde se aloja? ¿Puede su chófer aparcar justo en la puerta?
Sin embargo, el Foro Económico Mundial deja un profundo sentimiento de insatisfacción, aunque pocos están dispuestos a admitirlo. En última instancia, el verdadero problema con Davos es que refuerza la inseguridad de la élite global y el temor de que no asistir significa perder información, tratos y relaciones.
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