La administración de Trump ha acusado al gobierno alemán de utilizar la devaluación del euro para aprovecharse de sus socios comerciales.
El presidente Donald Trump y sus designados parecen ir en contra de Alemania. La última evidencia viene de Peter Navarro, jefe del nuevo Consejo Nacional de Comercio de Trump, que afirma que Alemania "se aprovecha" de sus socios comerciales, tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos, al utilizar un euro "devaluado".
Esta declaración huele a que se está fraguando una guerra comercial y la canciller alemana Angela Merkel se ha visto obligada a responder a ella, afirmando que su país no podría "influir en el comportamiento" del Banco Central Europeo, que es el responsable en última instancia de la fortaleza o debilidad del euro. Sin embargo, la declaración de Navarro merece ser examinada con mayor profundidad porque, al igual que muchas cosas que el propio Trump ha dicho, es lo suficientemente cierta para resultar inquietante pero no lo suficiente como para tener sentido.
En muchos aspectos, desde el índice Big Mac hasta la paridad del poder adquisitivo medida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el euro está devaluado en relación con el dólar estadounidense.
El euro es la segunda moneda más negociada del mundo, por lo que su tipo de cambio frente al dólar es determinado por los mercados en mucho más operaciones que cualquier otra moneda, haciendo que sea difícil culpar a Alemania de cualquier devaluación. La debilidad del euro es en gran medida el resultado de las políticas expansionistas del Banco Central Europeo (BCE).
Como la mayor economía de Europa y su principal exportador, Alemania podría beneficiarse teóricamente de un euro débil, como dice Navarro. Pero en realidad no funciona así.
Alemania claramente se beneficia en la zona euro de tener una moneda que es más débil de lo que sería una moneda alemana independiente. Otros países de la eurozona obtienen, a cambio, tipos de intereses mucho más bajos de lo que de otra manera habrían tenido, permitiendo que sus grandes deudas públicas se administren a bajo costo. Sin embargo, el argumento de un euro débil es una explicación fácil del éxito de las exportaciones alemanas. Las exportaciones de Alemania a Suiza (el noveno socio comercial más importante del país) se benefician del euro débil, pero Polonia (el octavo socio comercial más importante de Alemania) cuenta con una moneda mucho más devaluada en relación con el dólar. También sucede con Hungría, Turquía, Japón y Corea del Sur – los 20 principales destinos de las exportaciones alemanas. Pocos países con monedas devaluadas están representados entre los 20 primeros.
Para utilizar la terminología comercial de Trump, Alemania debería "ganar" contra Estados Unidos debido a la devaluación de la moneda común. El año pasado, Estados Unidos registró un déficit comercial de casi 60 mil millones de dólares con respecto a Alemania. Sin embargo, el tipo de cambio no es la razón por la cual la relación de las dos naciones está tan inclinada hacia la potencia económica europea.
Los automóviles son el principal producto alemán que se exporta a Estados Unidos, representando el 22% del volumen total de exportaciones de mercancías. No obstante, nadie compra automóviles alemanes porque socavan la competencia de precios. Por término medio, Alemania vende los coches más caros de todas las principales naciones productoras de automóviles.
En general, la estructura de exportación de Alemania no está orientada hacia la competencia de precios. La compleja maquinaria, los instrumentos de precisión y los medicamentos que el país vende en el extranjero no son competitivos porque el euro es débil, porque a menudo son únicos o porque la reputación de sus productores, forjada a lo largo de décadas, atrae a compradores a pesar de los altos precios.
Las administraciones estadounidenses, las organizaciones internacionales y los académicos han argumentado que el enorme superávit comercial de Alemania –probablemente superó al de China para convertirse en el mayor del mundo el año pasado– fue el resultado de la ventaja injusta de Alemania sobre los países más débiles de la eurozona. Las objeciones de Alemania de que sus exportaciones siguieron creciendo porque tenía buenos productos que vender fueron descartadas como falsas. No obstante, los políticos y economistas alemanes realmente creen lo que dicen.
La mejor prueba de su convicción está en la gran resistencia pública de Alemania a las medidas del BCE que conducen al debilitamiento del euro. La impresión de monedas del banco central crea un problema político en Alemania, una nación de ahorradores donde la inflación del 2% –el objetivo fijado por el BCE– crea un tipo de interés real negativo para los depositantes de los bancos, el núcleo de la poderosa clase política alemana.
La inflación ha aumentado en la zona euro – un 1,8% en toda la zona monetaria común en enero y un 1,9% en Alemania. Eso tiene al partido Alternativa para Alemania anti-inmigrante y anti-euro en pie de guerra, exigiendo "un fin" a las políticas laxas del presidente del BCE, Mario Draghi.
Merkel y los economistas conservadores a los que escucha están igualmente descontentos. Los representantes alemanes del BCE continúan pidiendo tipos de intereses más altos y menos compras de bonos y siguen perdiendo en las votaciones. Recientemente, han intensificado sus llamamientos para una restricción monetaria a pesar de las objeciones del BCE de que otros miembros del euro aun necesiten ayuda para reanudar el crecimiento económico.
En otras palabras, Alemania no quiere un euro débil; está mermando las posibilidades de la élite alemana de mantener el poder político y esa élite no cree que una moneda más fuerte perjudicaría a la economía orientada a la exportación de Alemania. Acusar a los alemanes de convertir al euro devaluado en arma es injusto y oculta una falta de conocimiento o un deseo de buscar una disputa independientemente de los hechos. Esto último es más probable, dada la pugnacidad del equipo de Trump en Europa.
A la gente de Trump le gustaría ver el fracaso del euro. Recientemente, Ted Malloch, candidato para ser el próximo embajador de Estados Unidos en la Unión Europea, dijo que el euro podría "colapsar" en los próximos 18 meses. Pero si esperan que eso reduzca el superávit comercial de Alemania, probablemente se lleven una decepción.