El economista, abogado, escritor y empresario Michael Schuman hable sobre por qué la política de la nueva administración de la Casa Blanca es claramente un error.
Durante los últimos días de la administración de Barack Obama, uno de los asesores del presidente emitió un informe advirtiendo de que China planeaba arrebatar el control de la importante industria de los semiconductores. Su recomendación fue:
"Podemos ganar la batalla si vamos más rápido que ellos".
Se trata de un buen consejo, pero la nueva administración parece estar ignorándolo por completo. De hecho, las políticas de Donald Trump no contemplan competir con China.
Esto se debe a que el equipo de Trump no es consciente de la amenaza que China representa para la economía de EE. UU. El gigante asiático está haciendo grandes inversiones en industrias de alta tecnología, desde robótica hasta dispositivos médicos.
Por ejemplo, en lo que respecta a los semiconductores, el estado planea invertir 150.000 millones de dólares para construir una industria propia. En un informe de marzo, la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China insistió en que el gobierno chino está aplicando varias medidas para alcanzar sus objetivos: desde la concesión de subsidios a ciertos sectores hasta la adquisición de tecnología de empresas extranjeras.
Lo único que puede hacer EE. UU. para competir con China es “correr más rápido”. Sin embargo, Trump planea mejorar la competitividad mediante una reducción de los impuestos y la relajación de las regulaciones.
Aunque unos impuestos más bajos permitirían a las empresas gastar más en I+D, no es suficiente. Estados Unidos debe hacer mucho más para ayudar a las empresas a progresar más rápidamente.
Trump está haciendo todo lo contrario. Una de las principales razones por las que las empresas tecnológicas de EE. UU. son tan innovadoras es porque atraen trabajadores de todo el mundo. Sin embargo, la reciente suspensión de Trump de los visados H-1B de rápida emisión va a detener el flujo de llegada de científicos e ingenieros.
Si su intención es asegurar de que los estadounidenses tengan más oportunidades de encontrar trabajo, en realidad no debería molestarse. La tasa de desempleo de los estadounidenses licenciados o con estudios superiores - con los que tienen que competir los titulares del visado H-1B - es de tan solo un 2,5%.
Esta política no solo amenaza a Silicon Valley, sino a todos los sectores. Michael McGarry, director ejecutivo de PPG Industries (NYSE: PPG.NYSE), está preocupado por las consecuencias que las restricciones de visado podrían tener en su negocio de fabricación de pintura. Este dijo recientemente en la CNBC:
"Somos tan innovadores gracias a la diversidad de nuestros empleados. Creemos que las personas con doctorados que han estudiado aquí deberían quedarse y trabajar para nosotros en vez de para la competencia".
Lo más probable es que China intente aprovecharse de esta política equivocada. Robin Li, director ejecutivo del gigante de Internet Baidu (NASDAQ: BIDU.NASDAQ), defendió recientemente que China facilite los requisitos de visado con el fin de atraer a trabajadores de gran talento que puedan ayudar a desarrollar nuevas tecnologías para la industria china, justo lo contrario de lo que está haciendo Trump.
Las propuestas presupuestarias de Trump tampoco parecen demasiado acertadas. Quiere aumentar el gasto en defensa recortando los fondos de casi todo lo demás, especialmente educación. Según una estimación, sería necesario recortar alrededor de 20.000 millones de dólares en el Ministerio de Educación, Trabajo y Salud y Bienestar.
Si Trump quiere luchar con la hegemonía china, debería elegir unas prioridades totalmente opuestas: menos armas y más graduados. Por ejemplo, podría facilitar el acceso a la educación superior a las personas con menos ingresos o reforzar la formación profesional. Sin embargo, de momento no está haciendo nada parecido.
China, por el contrario, está ampliando rápidamente el acceso a la educación. El primer ministro Li Keqiang, en su informe anual al Congreso Nacional del Pueblo, dijo que en 2016 el número de jóvenes de las zonas rurales pobres que estudian en las principales universidades se ha incrementado en un 21%, mientras que cada año se gradúan alrededor de 8 millones de estudiantes, un récord histórico.
Y mientras China está esforzándose en construir nuevas industrias, Trump y sus asesores no están haciendo nada al respecto, simplemente siguen confiando en la industria tradicional. En un ensayo reciente, Peter Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio de la Casa Blanca, lamentó el declive de las industrias estadounidenses de acero, aluminio y construcción naval. Sin embargo, no dijo casi nada sobre el desarrollo de las industrias del mañana: la robótica, la biotecnología y así sucesivamente.
Las medidas proteccionistas propuestas por Navarro y su jefe van a afectar negativamente a la competencia. Si China asume la hegemonía en estas industria, EE. UU. estaría perdiendo los cimientos de su poder global.
Por supuesto, las políticas industriales de China podrían fracasar. La historia nos dice que los burócratas no suelen hacerlo demasiado bien a la hora de impulsar la innovación, tal y como ha demostrado Japón. Y la propia experiencia de China muestra que el estado a menudo subvenciona proyectos fallidos en vez de crear nuevas industrias de éxito.
Sin embargo, confiar en que China no consiga sus objetivos no es una buena estrategia. Sería mucho mejor si Trump intentara apoyar las cosas que hicieron a América grande - su capacidad de inventar cosas nuevas. Si no, lo único que podrán hacer las empresas americanas es trabajar más duro y más rápido.