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Bershidsky habla sobre cuándo los vehículos eléctricos cumplirán las necesidades de los consumidores.

2016 no ha sido un año demasiado bueno para BMW (XETRA: BMW.XETRA). Aunque fue un año récord en términos de ventas, el margen de beneficio de su negocio de automóviles ha sido el más bajo desde 2010, situándose en el 8,9%. La empresa no ha conseguido cumplir con las estimaciones de los analistas, lo que ha provocado la caída de las acciones.

Por lo tanto, la decisión del director ejecutivo de la empresa, Harald Krueger, de reafirmar la estrategia "Automatizado, Conectado, Eléctrico y Compartido" ha planteado unas cuentas preguntas: ya que de hecho ha sido esto lo que ha provocado la caída de la rentabilidad de la empresa.

La revolución del vehículo eléctrico ha llevado a muchas empresas del sector automotriz a cometer errores bastante caros.

El vehículo eléctrico moderno no cumple con las necesidades de los usuarios, y en muchos países los beneficios de cambiar al uso de coches eléctricos es insignificante.

BMW quiere que los vehículos eléctricos representen entre el 15 y el 25% de sus ventas en 2025. Sin embargo, la firma bávara solo ha vendido 70.000 coches eléctricos de la serie i desde 2013. Esto no es suficiente para compensar los 4.000 millones de euros que la empresa ha invertido en I+D.

El resto de empresas que también han hecho fuertes inversiones en el desarrollo de coches eléctricos tampoco están vendiendo demasiado. Renault-Nissan (EURONEXT: RNO.EURONEXT) pretendía vender 1,5 millones de coches eléctricos entre 2010-2016, sin embargo, según Bloomberg Intelligence, tan solo ha conseguido vender el 28% de esa cifra.

A pesar de las ayudas fiscales, los vehículos eléctricos tan solo representan el 1,2% del mercado mundial. En términos relativos, el mercado está creciendo rápidamente - la cuota de coches eléctricos era de tan solo el 0,1% en 2011 - pero en términos absolutos, todavía hay demasiados pocos coches eléctricos en las carreteras como para justificar toda la atención que están recibiendo.

Los fabricantes de coches se ven obligados a depender de las previsiones de unos analistas que no se juegan el pellejo si las cosas no salen bien. McKinsey, por ejemplo, publicó recientemente un informe argumentando que el interés de los consumidores por los coches eléctricos está aumentando.

Lo único que los fabricantes de coches tienen que hacer es aumentar las mejoras de los coches y anunciar más sus modelos. Sin embargo, la situación real no parece ser esa. Los coches eléctricos actuales no cumplen con las necesidades de los usuarios.

Los coches eléctricos con mayor autonomía pueden recorrer 400 kilómetros con una única carga si se dan las condiciones óptimas. Tardan bastante tiempo en cargarse, e incluso los 30 minutos necesarios para realizar una carga con los súper cargadores de Tesla parecen una eternidad. No obstante, estos coches están bastante bien para alguien que viva en la afueras de una ciudad (en una casa unifamiliar, por lo que cargar el coche por la noche no sea un problema) y que trabaje de 9 a 5 en la ciudad, donde puedes dejar el coche cargando mientras trabajas.

La infraestructura existente es suficiente para las personas con este tipo de estilo de vida. En Alemania tan solo hay 3 coches eléctricos por cada puesto de carga público, e incluso en Noruega, donde los coches eléctricos suponen una cuarta parte del mercado, la cifra solo asciende hasta los 13.

La gasolina es cosa del pasado

El problema es que este es un escenario cada vez más anticuado. La gente utiliza el transporte público con más frecuencia que antes, incluso en Estados Unidos, donde no funciona demasiado bien. La gente conduce cada vez menos en las ciudades, y las propias ciudades están intentando, a menudo con éxito, animar a los ciudadanos a utilizar la bicicleta. La gente joven se está comprando casas cerca del trabajo para acortar el trayecto, dando lugar a una rápida gentrificación en muchas ciudades del interior. Estos utilizan servicios de transporte compartido.

Aunque los fabricantes de coches sean capaces de conseguir grandes mejoras, no podrán alcanzar a los coches de gasolina si no dan un salto cuantitativo. Además, la tecnología de las baterías actuales tampoco permite la carga rápida en la mayoría de ciudades.

"La ansiedad por la autonomía" no es un término exacto: es un problema tecnológico, no psicológico. Reducir el precio de las baterías no es suficiente: esto es algo que los fabricantes ya están consiguiendo, pero la flexibilidad que conlleva una buena autonomía y la posibilidad de cargar rápido la batería es al menos igual de importante para los consumidores.

Los pronósticos de los analistas y las presiones de las autoridades han obligado a los fabricantes de coches a poner a la venta coches eléctricos con una tecnología subdesarrollada. La competencia ya es feroz. Los gobiernos están intentando ampliar la infraestructura para la carga de baterías y las empresas eléctricas están intentando hacer frente a los diferentes patrones de demanda energética. Pero incluso desde un punto de vista ambiental, lo más probable es que esta prisa no esté justificada.

En los países donde vive la mayoría de la población mundial, la cantidad de carbono emitida durante la generación de la electricidad necesaria para cargar un coche eléctrico es igual que las emisiones de un coche de gasolina. En la mayor parte de Europa, un coche enchufable contamina casi lo mismo que un Toyota Prius.

Solo en los países donde las eléctricas utilizan fuentes de energía no fósiles (hidroeléctrica en Brasil, nuclear en Francia) los vehículos eléctricos son verdaderamente respetuosos con el medio ambiente.

En Estados Unidos, un Prius contamina casi lo mismo que un coche enchufable, y en los estados que utilizan una gran cantidad de carbón para generar electricidad - como Virginia Occidental - las emisiones de carbono son casi iguales que las de un coche de gasolina tradicional.

Probablemente ya sea demasiado tarde, pero posponer las regulaciones medioambientales podría permitir a los fabricantes de coches desarrollar una tecnología más respetuosa con el medio ambiente que satisfaga las necesidades de los consumidores.

Esto también significaría que la producción en masa de coches eléctricos no comenzaría hasta que aumente el uso de energías sostenibles en la generación de electricidad, es decir, cuando los coches eléctricos realmente afecten menos al medio ambiente.

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