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El columnista de Bloomberg Mark Grant explica por qué no podemos creernos las palabras de los políticos, los reguladores y las autoridades, y cómo una actitud crítica hacia la información puede salvar a los inversores.

Los mercados hacen muchas suposiciones. Y a menudo se equivocan. Por norma general, se rigen por las normas de los políticos que promocionan sus propias mercancías en un intento por reforzar sus posiciones en detrimento de los participantes del mercado y los inversores. Esto no es ruido, sino una dirección incorrecta.

Tomemos Europa como ejemplo. La estructura de la Unión Europea es gran parte del problema. Bruselas hace los anuncios oficiales, pero es Berlín quien escribe los guiones. Bruselas no es más que un portavoz. Un político de un país hace algún tipo de declaración, luego uno de otro país lo repite, luego algún miembro de la UE lo refuerza, y todos esperan que lo acepte como verdad. No se deje engañar. Estas personas tienen sus propias razones, y la exactitud no es parte de su ecuación.

Si lee la prensa, seguramente habrá llegado a la conclusión de que Grecia y sus acreedores han alcanzado un acuerdo. Sin embargo, esto no es verdad. Atenas no tiene más remedio que cumplir, una vez más, las exigencias europeas, y se ha visto obligada a aumentar aún más la austeridad. Esa parte de la historia es cierta. Es Atenas quien tiene que hacer el siguiente movimiento.

Los ministros de finanzas europeos todavía tienen que aprobar el acuerdo, y Grecia tiene hasta julio para pagar una deuda de 7.000 millones de dólares. El problema es el Fondo Monetario Internacional. Suecia, Holanda y Alemania han votado en sus parlamentos para no aprobar ningún acuerdo sin la participación del FMI. El FMI ha declarado en repetidas ocasiones que no apoyará ningún acuerdo a menos que haya "perdón de deuda" y Alemania, por sus propios propósitos políticos, no lo permitirá. Entonces, el quid de la cuestión se reduce a lo que el FMI haga o deje de hacer.

Tenga en cuenta que EE. UU. proporciona la mayor parte de los fondos del FMI, por lo que la administración Trump tiene algo que decir al respecto. En mi opinión, esto cambia las cosas para el FMI.

Hay varios aspectos importantes sobre el FMI que merece la pena destacar. En primer lugar, sus previsiones económicas, especialmente sobre Europa, tienen aproximadamente la misma validez que las de un niño de cinco años, con la única diferencia de que las del niño no son más que una suposición, mientras que las del FMI están políticamente motivadas para apoyar a los líderes europeos. Creo que Trump va a cambiar esto.

En segundo lugar, el FMI ha dicho en innumerables ocasiones que la condonación de la deuda es necesaria para que la situación en Grecia sea sostenible. Creo que es cierto el hecho de que Alemania está intentando evitar el asunto. En cualquier caso, lo que sabemos con certeza, es que no existe ningún trato, y es poco probable que se alcance pronto.

Otro aspecto importante es el petróleo. La OPEP y sus secuaces prometen recortes de producción, externalizan su petróleo a terceros y afirman que han cumplido con sus cuotas. Esto no es una sorpresa. Es un juego muy antiguo.

Lo que sí es nuevo es Estados Unidos y su producción de petróleo de esquisto. Estados Unidos no es solo un game-changer, sino un back-breaker. La OPEP puede producir menos y EE. UU. puede producir más, pero el precio del petróleo no va a subir significativamente de un día para otro.

El fracking, el re-fracking y la perforación horizontal han cambiado el mundo, y EE. UU., bajo la administración Trump, lo va a demostrar pronto. Dentro de poco empezará a aplicarse un impuesto federal sobre la importación de petróleo y gas natural así como deducciones de impuestos por su exportación. EE. UU. no solo va a ser energéticamente autosuficiente, sino que se va a convertir en el mayor exportador de energía del mundo, declarando la guerra al terrorismo y a los países que utilizan sus recursos energéticos para apoyarlo. Están a punto de ser pisoteados por la tecnología estadounidense, que sigue bajando los costes de la producción de petróleo en Estados Unidos. Aquí estoy con María Antonieta:

"¡Que coman pasteles!"

"No tan rápido", también es aplicable a la Reserva Federal. A pesar de sus declaraciones, no voy a hacerles demasiado caso.

Trump está a punto de nombrar al menos a cuatro nuevos miembros de la Fed, y lo más probable es que las declaraciones actuales de la Fed sean muy diferentes de las que pueda hacer en el futuro. El pragmatismo, creo y espero, está a punto de llegar a la Fed.

También nos encontramos con el Brexit, el Frexit, un sistema bancario italiano en problemas, la posibilidad del Italgo, y la cuestionable habilidad de Trump para cumplir con sus programas. "No tan rápido", también viene bien aquí.

Los días 8 y 9 de noviembre recomendé "comprar acciones". He cambiado mi posición recientemente. Me parece mucho más seguro emplear la estrategia de "inversión en flujo de efectivo", en la que usted compra bonos corporativos, que ahora tienen un mejor rendimiento que los bonos municipales después de impuestos en la mayoría de los casos, así como fondos de bonos cuidadosamente seleccionados. Puede obtener un rendimiento de entre el 7% y el 7,5%. Estoy en la obligación de decir que nada carece de riesgo, pero bien es cierto que esta estrategia entraña un riesgo mucho menor que esperar una apreciación en un mundo acechado por diversos problemas. "Preservación del Capital" son las Reglas 1-10 de Grant, y siempre las sigo.

La opinión del autor no tiene por qué coincidir necesariamente con la de la revista.

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