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Cómo el blockchain fue inventado hace 1.000 años

Los arqueólogos han establecido un paralelismo entre unas monedas gigantes talladas en piedra y las criptomonedas.

Las monedas digitales como el bitcoin y las tecnologías blockchain empleadas para el registro de transacciones digitales en un libro de contabilidad público puede que no sean tan revolucionarias.

Por lo menos hace cientos de años, los locales de la isla de Yap, en la Micronesia occidental, usaban principios esenciales de las criptomonedas para gestionar sus negocios, según menciona el arqueólogo Scott Fitzpatrick de la Universidad de Oregón, en Eugene. Este dice:

“Las transacciones monetarias en piedra en la isla de Yap fueron las precursoras de las tecnologías bitcoin y blockchain”.

En la reunión anual celebrada en abril, de la Sociedad Americana de Arqueología en Washington D.C., explicó la conexión entre los discos de piedra tallada, algunos con un peso mayor al de un Honda Accord y con una altura que supera la de un humano, y los tokens cibernéticos de hoy en día que flotan en el espacio digital.

Basándonos en los estudios de las fuentes rocosas y en la aparición de los yacimientos de Yap y de las islas vecinas, Fitzpatrick piensa que antes de que se produjera el contacto con los europeos en 1783, los habitantes de Yap navegaban alrededor de 400 kilómetros a otras islas de la Micronesia, a canteras de piedra caliza abiertas en cuevas y refugios rocosos. Los viajeros del mar negociaban con los líderes locales el acceso a los depósitos de caliza.

Cómo el blockchain fue inventado hace 1.000 años

Los tallistas emprendían el viaje para construir discos de piedra en el yacimiento. Cortaban un agujero en los trozos circulares de roca para poder pasar una vara de madera por la abertura y levantar la roca. Estas pesadas monedas, llamadas rai, eran transportadas a Yap en balsas.

De vuelta a casa, los viajeros presentaban las rai recién adquiridas a los miembros de su comunidad en una reunión pública. Todo el mundo sabía qué individuos o clanes se apropiaban de cada disco en particular. A cada rai se le asignaba un valor según su tamaño, la regularidad de su forma, la calidad de la piedra y los riesgos que se corrían en el viaje. Tras pasar una inspección y la verificación por un jefe local, las rais se mostraban en distintos puntos de la comunidad como por ejemplo, en las campas destinadas a bailes rituales.

La propiedad de un disco podía ser transferida por ejemplo, como obsequio de boda, para asegurarse ciertos aliados políticos o a cambio de alimentos de los residentes en las islas vecinas tras una grave tormenta. Estos pactos también tenían lugar frente a la comunidad en pleno. Independientemente de quién adquiría un rai, este permanecía en su localización original.

El bitcoin y el blockchain funcionan de forma muy parecida, según indica Fitzpatrick. Los “mineros” de bitcoin resuelven complejos puzles matemáticos para emitir unidades de moneda. Estas unidades son transportadas y almacenadas de forma segura en el libro de contabilidad público del blockchain. Todos los participantes de la red tienen a su disposición historias completas de transacciones de cada bitcoin. Los bitcoins pueden intercambiarse por bienes y servicios o ser depositados en cualquier momento por los participantes en el sistema digital.

Una comparación del dinero de piedra en Yap con la tecnología blockchain "es legítima", dice la arqueóloga antropológica Kathryn Sampeck de la Universidad Estatal de Illinois en Normal. Los isleños de Yap fueron pioneros en el desarrollo de un sistema público y oral para rastrear e intercambiar rai de forma segura. El blockchain hace lo mismo manteniendo historiales digitales y actualizaciones sobre unidades de criptomoneda.

Cómo el blockchain fue inventado hace 1.000 años

Hay quien discrepa. Los investigadores como el antropólogo David Graeber de la London School of Economics and Political Science, que ve el dinero como un producto del sistema fiscal y de la deuda del gobierno, no opina que los discos de Yap tengan el valor de una criptomoneda. Por ejemplo, el rai no puede dividirse en partes más pequeñas para hacer compras ni ser transportada de un lugar a otro.

Las monedas digitales no hacen honor a su nombre tampoco, el mismo grupo argumenta. El bitcoin y sus primos-hermanos son unidades de intercambio no reguladas con valores de fluctuación salvajes. Eso hace improbable que estas creaciones digitales puedan ser atrapadas por los consumidores y los recaudadores de impuestos, según predicen los críticos.

“El destino de las criptomonedas es muy abstracto”, dice la arqueóloga y antropóloga Joanne Baron del Bard High School Early College en Newark, Nueva Jersey. El futuro del dinero de piedra de Yap está también en el aire, indica Fitzpatrick. Aunque se intercambia muy raras veces estos días y a menudo se abandona en la selva, el rai está siendo actualmente rescatado y renovado por los locales de la isla interesados en su pasado.

Fuente: Science News

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