Las campañas electorales de los aspirantes a la presidencia de EE. UU. están en pleno apogeo. Cada promete un futuro brillante que parece inalcanzable si resulta elegido su oponente.
No es nada nuevo: en la carrera hacia la Casa Blanca siempre hay visiones de arco iris y promesas de un paraíso terrenal, realidades que se cumplen a medias.
La novedad esta vez es que uno de los temas centrales no es tanto la fiscalidad o la mejora de la vida de los más desfavorecidos, sino la relación con las criptomonedas.
Así, Donald Trump, que hace apenas unos años tachaba a BTC de estafa y abogaba por una regulación estricta del sector, se ha convertido en una especie de embajador del mismo.
En particular, ha prometido un futuro brillante para los activos digitales en el país y ha expresado su apoyo al derecho a almacenar criptomonedas de forma independiente.
Solo cabe esperar que no sean palabras vacías.
A su vez, el equipo de Joe Biden empezó a colaborar con miembros del sector en busca de recomendaciones para el futuro desarrollo de la industria de activos digitales.
Además, 71 demócratas se unieron a 208 republicanos en la Cámara de Representantes para aprobar el proyecto de ley FIT21, que aclara las competencias de la SEC y la CFTC.
En general, los demócratas han sido más moderados en sus pronunciamientos sobre el futuro de las criptomonedas. Es positivo que, al menos, no hayan abogado por una prohibición.
Respondiendo a la pregunta de cuánto electorado está en juego: se calcula que alrededor del 20% de los votantes poseen criptomonedas. Esta cifra es significativa para los candidatos.
¿Cómo afectará al mercado y al sector esta repentina lucha sobre las criptomonedas?
Sin el respaldo de las altas esferas, no veríamos avances en la aprobación de los ETF de ETH. Por lo tanto, está claro que se ha adoptado una postura favorable a las criptomonedas.
Esto no implica que no vayamos a ver más investigaciones de la SEC. Sin embargo, ha surgido un nuevo escenario en el que las criptomonedas ocupan el lugar que les corresponde.
En cuanto al efecto sobre los precios de las acciones, la presión sobre el sector se relajará, lo cual es alentador. Sin embargo, el mercado no se mueve únicamente por este factor.