La frase de la semana: "Me están lamiendo el culo. Se mueren por un acuerdo". Así describió Trump la reacción global a la guerra comercial que se inició el 2 de abril. Y aunque en un 30% quizá tenga razón, con los jugadores clave —China y la Unión Europea— las cosas, siendo honestos, van bastante mal. Y eso es lo más preocupante.
Según los reportes, la UE ya propuso imponer aranceles de represalia del 25% a una larga lista de productos estadounidenses. Con China, el panorama es aún más oscuro: desde el miércoles están en vigor aranceles del 104% a las importaciones chinas, y Trump ya avisó que se mantendrán hasta que haya un acuerdo.
En cuanto a los rumores de que China está dispuesta a negociar, frases de su libro blanco sobre las relaciones comerciales con EE. UU., como "China no tolerará este tipo de abusos" o "seguiremos tomando medidas para proteger nuestros derechos e intereses", no indican que estén dispuestos a ceder.
Además, se informa que Pekín ha empezado a vender bonos del Tesoro estadounidense. Esto provocó que la rentabilidad de los bonos a 10 años subiera del 3,9% al 4,5%, lo que podría resultar en un aumento de las tasas hipotecarias y, lo más preocupante para EE. UU., un mayor costo para mantener su deuda.
Por otro lado, aunque el riesgo de una crisis económica global sigue siendo bajo, ya no es nulo, lo que ha llevado a la caída de los precios del petróleo. Sin embargo, los intentos de rebote en las acciones y en criptomonedas, incluido el BTC/USD, muestran que los inversores aún tienen algo de esperanza.
¿Y ahora qué?
La dirección de los mercados ahora depende casi por completo de Trump. Si decide flexibilizar su política arancelaria, los activos de riesgo podrían recuperar algo de terreno. Pero si sigue endureciendo, especialmente con China, cualquier rebote que estemos viendo estos días podría quedar en nada.