Muchas personas de color siguen viviendo en chozas de hojalata, mientras que los blancos viven en zonas lujosas cerca del centro.
Durante casi 50 años, la supresión racial sistemática y la segregación han sido el pan de cada día en Sudáfrica. Aunque las cosas cambiaron a principios de los 90 y las leyes fueron canceladas, el apartheid ya se había filtrado en la arquitectura país. Las carreteras, los ríos y los campos servían para separar a las personas en función de su raza.
En 2016, el fotógrafo Johnny Miller decidió capturar la "la arquitectura del apartheid" desde arriba. La separación permitió al gobierno impedir que la comunidad negra accediera a la educación, los puestos de trabajo de alta calidad y los recursos de la ciudad, dando lugar a divisiones extremas de riqueza. Gracias a su dron, Miller ha sido capaz de mostrar estos contrastes como nunca antes.
Ciudad del Cabo es una ciudad sin igual. "Es increíblemente hermosa", dice Miller, "y es la quintaesencia de la mezcla de la Sudáfrica del primer y el tercer mundo".
Las personas de raza negra se han sido privadas de sus derechos en el país desde hace cientos de años. El apartheid permitió el racismo desde 1948.
El apartheid también introdujo etiquetas para diferenciar a las personas no blancas de diferentes orígenes. La gente negra venía del Cabo Oriental y hablaba Xhosa, mientras que las personas de raza mixta, llamados "de color", eran descendientes de esclavos procedentes de Indonesia y Madagascar o indígenas joisanos.
En los años siguientes, las personas de raza negra se vieron obligadas a abandonar sus hogares para mudarse a barrios pobres. Las zonas en las que vivían estaban apartadas de todo lo demás para así evitar que participaran en la sociedad blanca.
El apartheid ya no existe. Pero más de 50 años después desde que las leyes del apartheid empezaran a aplicarse, muchas personas de color siguen viviendo en chozas de hojalata, confinadas a la arena, zonas áridas y alejadas fuera de la ciudad.
Las personas de raza blanca y ricas viven en lujosos barrios en la costa del Atlántico y cerca de la montaña Table, más cerca del centro de la ciudad y sus recursos.
"Curiosamente, a veces hay comunidades muy pobres que, por una razón u otra, viven justo en medio de los barrios muy ricos", dice Miller.
Miller quiso documentar estas áreas. Usó un sitio web que convierte los datos del censo en un mapa interactivo, clasificando a los residentes por raza, ingresos e idioma.
Google Maps le ayudó a identificar las zonas seguras donde podía despegar y aterrizar su dron DJI Inspire One. En Sudáfrica es legal utilizar un dron si no es para uso comercial.
Los resultados son increíbles. "Sabía que las divisiones eran extremas," dice Miller, "pero no era consciente de hasta qué punto hasta que pude sobrevolar las zonas con mi dron".
Hasta el color de la pintura sirve para distinguir a los ricos de los pobres.
Este campo de golf entre los barrios parece fuera de lugar.
Solo la fotografía aérea es capaz de capturar la diferencia de densidad entre los barrios pobres y los barrios ricos.
Una de las fotografías favoritas de Miller muestra el contraste entre Alexandra, un municipio que Nelson Mandela llamó una vez hogar, y las metrópolis "parecidas a Manhattan" de Sandton.
Sus fotos han sido vistas por cientos de miles de personas en todo el mundo, lo que ha provocado muchas reacciones diferentes, incluyendo algunos comentarios intolerantes.
"La gente tiene miedo de lo desconocido, de una persona con un idioma diferente, un color diferente, una cultura diferente", dice Miller. "Y ese miedo es comprensible y está basado en la historia y las circunstancias, pero tiene que cambiar".
Miller se ha asociado con Code For Africa, una organización que digitaliza y publica datos, para promover el uso de la tecnología en el periodismo.
Tiene la esperanza de formar una comunidad de entusiastas de los drones.
