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La fotografía aérea ofrece una perspectiva impresionante en un mundo familiar, elevando a los espectadores por encima de los árboles y edificios para que puedan reimaginar ese paisaje.

Esta forma de arte se originó en 1858, cuando Gaspard-Félix Tournachon fotografió los tejados y bulevares de París desde un globo aerostático a 500 metros por encima de la ciudad. Desde entonces, los fotógrafos han recurrido a varios trucos, adaptando sus cámaras a casi todo lo que vuela, desde palomas y cometas a aviones y cohetes. Sin embargo, la fotografía aérea siguió siendo competencia de los profesionales, una herramienta para los ejércitos y espías, o un pasatiempo para los ricos, hasta que llegaron los drones a las masas.

Ahora cualquier persona con varios cientos de dólares y la habilidad para hacer volar un dron, puede realizar impresionantes fotografías aéreas. Muchos de ellos comparten con entusiasmo su trabajo en Dronestagram, donde los usuarios han publicado unas 60.000 imágenes desde 2014. (Se puede encontrar otras 900.000 o así mediante el hashtag de Instagram #dronestagram). Ayperi Karabuda Ecer, el exjefe de redacción de Magnum Photos Paris, reunió 250 de ellas en Dronescapes, en un álbum publicado el 9 de mayo por la editorial Thames & Hudson. Ecer señala:

“Los drones pueden hacer que compartas la escala de la naturaleza de una manera que no se podía hacer con una fotografía normal. Todos tenemos esa necesidad de mostrar algo más grande”.

Ecer estudió minuciosamente más de 100.000 fotos, seleccionando imágenes de 130 fotógrafos con buen ojo para las perspectivas o temas inusuales.

“La gente tiende a decantarse por las imágenes convencionales de fotografía aérea, inspirados en el mundo de arriba, todo en torno al espacio y la belleza”, dice ella. Las imágenes que eligió – de pesca en el hielo en Rusia, un pantano de sal en Italia, una boda en Ghana – proporcionan una visión fascinante de cosas que nos son familiares. Aunque puede que ya haya visto ese paisaje, el cambio de escala hace que sea algo nuevo y fascinante.

“Estás viendo el mundo humano al que estás acostumbrado, pero en miniatura – o eres un gigante”, dice el neurobiólogo Mark Changizi, que escribió “La revolución de la visión”. Dice que cambiar la percepción visual llama la atención. “Desde un dron, es una perspectiva normal que tienes cuando vas caminando”, dice. “Lo que lo hace interesante es la ilusión [del tamaño]”.

¿Un punto de vista que nos hace sentir como si fuéramos gigantes? Por supuesto. O tal vez nos gusta el hecho de que un robot volador saque fotos instantáneas.

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