Lo que queda del programa «Burán»
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El proyecto espacial soviético que nunca llegó a ser un gran avance.

En 1974, Rusia lanzó el mayor y más caro proyecto en la historia de su exploración espacial.

Las estrellas de su proyecto, llamado programa Burán, fueron sus transbordadores espaciales, que se construyeron en secreto a partir de diseños que la policía secreta soviética robó a la NASA.

Los soviéticos invirtieron una cantidad comprendida entre decenas de millones y miles de millones de dólares en este proyecto, que finalizó en el año 1993. Los sitios donde se dejaron los transbordadores en desuso para «reposar» han sido completamente abandonados desde entonces.

El fotógrafo Ralph Mirebs visitó hace poco uno de estos cementerios invadidos por el polvo y narró su viaje en su blog LiveJournal, donde es posible encontrar toda la serie de artículos.

El garaje abandonado, también llamado hangar, está ubicado en un emplazamiento que perteneció a las instalaciones de lanzamiento espacial de Rusia llamado Cosmódromo de Baikonur, desde donde hoy día siguen lanzándose cohetes.

El hangar abandonado tiene una longitud de unos 132 m y 61,9 m de alto y cuenta con unas puertas gigantes, que pueden verse en la fotografía inferior, a cada extremo que se deslizan para dejar paso a los transbordadores.

En la parte superior de esta fotografía hay unas vigas unidas con grúas que podían elevar hasta 400 toneladas de peso.

Burán significa «tormenta de nieve» o «ventisca» en ruso. Los rusos solo construyeron unos pocos prototipos de estos transbordadores y solo uno de ellos llegó a volar.

Estos transbordadores fueron diseñados para llevar astronautas al espacio, pero nunca lo hicieron. El primer y único vuelo de este proyecto no tuvo tripulación. Tuvo lugar en 1988 y duró un total de 206 minutos, tiempo en que la nave despegó con éxito, orbitó alrededor de la Tierra dos veces y aterrizó.

Almacenados en este hangar hay dos transbordadores que nunca llegaron a volar. El único transbordador que llegó al espacio fue destruido en 2002, cuando el techo del hangar en el que estaba almacenado se hundió.

Mirebs tomó esta épica fotografía de ambos transbordadores desde una plataforma de observación situada en un extremo del hangar.

Recorriendo las paredes del hangar hay rampas que los antiguos trabajadores utilizaban para llegar a los distintos niveles del edificio.

Según Mirebs, las vigas de carga del edificio, que pueden verse en la fotografía inferior, estaban hechas de un acero especial que podía resistir la onda expansiva si se hubiera producido una explosión durante la construcción.

No es de sorprender que, tras 22 años en desuso, los transbordadores no tengan un aspecto excelente, ni siquiera bueno. Aquí puede verse rota de una de las ventanas superiores de la cabina de mando.

El polvo no es lo único que cubre hoy estos transbordadores. Si se mira más de cerca, puede verse una generosa capa superficial de excrementos de pájaros por todo el morro de este transbordador.

Parece que los pájaros no vieron el segundo transbordador, que mira al extremo opuesto del hangar.

Al igual que los transbordadores de la NASA, los transbordadores del proyecto Burán se diseñaron para usarse varias veces. El único transbordador que fue lanzado en 1988 sigue siendo el único transbordador reutilizable que Rusia ha lanzado en su historia.

Al igual que los transbordadores, el edificio está también desmoronándose. Puede verse que las vigas de acero que mantienen el edificio unido presentan una oxidación severa.

Y la pintura de las paredes está desconchándose, lenta pero irremediablemente.

En la planta baja, Mirebs consiguió unos planos increíbles de la parte inferior de los transbordadores, cubierta por azulejos negros que actúan como escudo protector contra el calor.

Cuando una nave espacial vuelve a entrar en la atmósfera de la Tierra alcanza una temperatura realmente elevada de más de 3.000 grados Fahrenheit (unos 1.650 ºC). La mayor parte de este calor se debe a la fricción entre la nave y las moléculas de la atmósfera. El escudo contra el calor está diseñado para soportar estas elevadas temperaturas y proteger a la nave de la desintegración.

El morro de los transbordadores también está cubierto con estos azulejos negros que protegen la parte delantera de la nave del sobrecalentamiento y evitan que los pasajeros de la cabina de mando se «asen».

Esta es una toma del interior de una de las cabinas de mando, diseñada para pilotos que nunca llegaron a volar el transbordador.

Igor Volk, que es hoy un astronauta ya retirado, iba a ser el comandante del primer vuelo tripulado del Burán.

Aquí hay un portal que conecta la cabina con la parte posterior del transbordador, con su característica oscuridad, porque las únicas ventanas se encuentran en la cabina de mando.

Mirebs tuvo que iluminar el interior de la parte trasera de este transbordador para poder hacer esta increíble fotografía. Este interior es notablemente parecido al interior de los transbordadores espaciales de la NASA.

Aquí hay otra toma de alguno de los mecanismos internos de los transbordadores. Parece que hay algunos estantes a la izquierda que podrían haber sido utilizados por los astronautas para almacenar alimentos.

En esta sala se abandonaron sin más restos de la maquinaria.

En un principio, el gobierno soviético consideró la idea de poner el frente del programa Burán a algunos de sus principales científicos espaciales, pero finalmente la decisión recayó sobre el Coronel General Alexander Maksimov, que dirigió los programas militares espaciales y de misiles.

Rusia lanzó el programa Burán en 1974 como respuesta al programa espacial de la NASA. Uno de los objetivos principales del programa era enviar a un viaje espacial por primera vez en la historia a una mujer.

Lo consiguieron cuatro años antes de lanzar siquiera el transbordador Burán. En 1984, Svetlana Yevgenyevna Savitskaya se convirtió en la primera mujer en completar un viaje espacial y la segunda en estar en el espacio.

Una de las piezas de los transbordadores que aún parece conservarse en un relativo buen estado es el sistema de propulsión, situado en la parte posterior.

Estos motores se diseñaron para hacer volar el transbordador una vez que este hubiera alcanzado el espacio, ya que no eran lo suficientemente potentes para llevar las naves hasta el espacio.

En su blog, Mirebs pregunta «¿Por qué gastar miles de millones en el espacio si no rinde beneficios para el futuro próximo?».

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