Windows ya no está en todas partes
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Benedict Evans, socio de uno de los fondos de capital de riesgo de Silicon Valley, Andreessen Horowitz, comparte sus pensamientos sobre por qué es hora de que Microsoft admita la derrota y empiece a reflexionar sobre su nueva estrategia.

A la cultura tecnológica le encanta la persistencia, la perseverancia y la idea de que nunca hay que cesar en el intento. Constantemente escuchamos historias de visionarios a los que les dijeron que nunca tendrían éxito y que sin embargo terminaron cambiando el mundo.

A veces habría que dejar de lado el sesgo de selección y en efecto, dejar de intentarlo.

Esto tiene más relación con las grandes empresas que con las startups. Las grandes empresas cuentan con equipos estratégicos que se dedican por completo a idear los proyectos en los que seguir trabajando y en cómo hacerlo, y tienen presupuestos de millones de dólares para contratar a consultoras estratégicas para producir tomos de cientos de páginas con más estrategias y formas de conseguir los objetivos. Este tipo de personas tiene poco interés en cesar en el intento o en pensar que lo que hacen no va a funcionar quizás porque esto puede significar que no necesitan un equipo estratégico.

Hoy en día creo que Microsoft constituye un estudio de caso a la hora de saber cuándo debe dejar de luchar por conseguir sus objetivos y lo que debería hacer después.

Es obvio que los teléfonos móviles están sustituyendo a los ordenadores en la plataforma informática dominante. Los smartphones se venden mucho más, tienen una base de usuarios mucho más amplia y ya están cerca de conseguir una cuota más grande de uso de internet que el PC en mercados líderes como EE. UU. y el Reino Unido. Los PCs no van a desaparecer a corto plazo, como tampoco lo ha hecho el fax o los servidores, pero son el pasado, no el futuro.

Desde que los sistemas operativos móviles de Microsoft no consiguieran alcanzar una importante cuota de mercado, Microsoft ha pasado de dominar las ventas de los dispositivos informáticos a contar con menos de una quinta parte de las mismas.

Si estuviera al frente de Microsoft, ¿qué es lo que haría?

La antigua opción de Steve Ballmer fue aplicar el peso y la fuerza que Windows y Office tenían en el PC y pasarlo a la tecnología móvil, en lo que constituyó un mero esfuerzo por adelantarse (como lo ha hecho en numerosas ocasiones anteriores Microsoft).

Utilice la influencia de Office y Windows. Consiga, de forma tardía y en distintas fases, un sistema operativo que pueda responder a iOS. Pague a desarrolladores si es necesario para que programen aplicaciones para el Windows Phone y ganar mercado. Ponga Office primero en sus propias plataformas, sin pensar en donde puedan estar los usuarios. Cuando todo lo demás fracase y Nokia le diga que deja de intentarlo, compre la empresa y fabrique los dispositivos por su cuenta.

En el pasado, el aprovechamiento de las características de Windows y Office era la clave del éxito de Microsoft, pero esta vez no ha funcionado. Windows dejó de ser la plataforma de desarrollo dominante a finales de los 90 con el auge de la web (aunque esto era algo que en aquella época tenía menos importancia porque todavía había que conectarse a internet y para casi todo el mundo esto significaba tener un PC Windows). Por lo tanto, aunque una gran parte de la estrategia móvil de Microsoft haya sido desarrollar un código común en los ordenadores de Windows y en los dispositivos móviles para que sea fácil desarrollar aplicaciones para ambos a la vez, en la práctica esto es algo que carece de importancia, ya que de todas formas las aplicaciones que la gente quiere en los smartphones no se desarrollan para los ordenadores de Windows.

Uber no tiene una aplicación de escritorio para Windows, ni tampoco Instacart, Pinterest o Instagram. Las aplicaciones y los servicios que interesan a los consumidores son solo para smartphones o bien de escritorio pero utilizando la web, y solo existen algunas excepciones para empresas. No se puede decir a los desarrolladores que con el Windows Phone es fácil utilizar la aplicación de escritorio en el móvil si no existe una aplicación de escritorio. Por lo tanto, Windows no constituye uno de los puntos fuertes de Microsoft en dispositivos móviles, ni tampoco Office.

A poca gente le interesa editar un documento de Office en un teléfono; con visualizarlo les es suficiente. Tal y como Blackberry descubrió, el soporte empresarial no es suficiente si la calidad de la experiencia del usuario con el teléfono es inferior. Con las nuevas características que Apple ha añadido para empresas, el atractivo del Windows Phone ha desaparecido.

Con el anuncio de la unión de Nokia en 2011 hubo una pequeña posibilidad de que el Windows Phone pudiera superar estas diferencias y posicionarse en el mercado. Ya no había ninguna posibilidad cuando Microsoft compró Nokia en 2013, por lo que la reducción del valor de esa adquisición se considera en la actualidad un fallo, pero no una sorpresa. El Windows Phone no ha conseguido tener el nivel suficiente para atraer a los desarrolladores: es una tercera opción, o incluso cuarta, y viene después de la opción de trabajar en cualquier otro proyecto de iOS o Android.

Hay menos aplicaciones y las que hay salen tarde o tienen menos características que las de iOS o Android. Los consumidores se dan cuenta de esto. A algunos les encanta su Windows Phone, pero no lo suficiente.

De esta forma se puede decir que Microsoft no ha aprovechado el tirón de la telefonía móvil. Los ordenadores van progresivamente ocupando un lugar menos importante en el mercado. Este punto débil en telefonía móvil tiene también una repercusión negativa en los ordenadores y resta valor a Office. El progresivo abandono del PC será menor en las empresas que en los consumidores, al igual que el auge de modelos de software alternativos. El auge de los servicios SaaS y los nuevos modelos de productividad por un lado, y la mayor capacidad de los dispositivos móviles por otro significa que tanto el uso de Office como Windows en los ordenadores de empresa es probablemente un modelo en declive.

Esto suena a rendición. Un nuevo director ejecutivo reconoce el fin de «Windows en todos lados», lo que se consideraba el motor estratégico de Microsoft, y reconoce también el declive de Microsoft Office como la experiencia universal y única para la productividad. Microsoft parece estar mostrando que Xbox tampoco está en el centro de su estrategia, lo que refleja que es el smartphone y no la televisión o la consola enchufada a la misma, el que constituirá el centro de la experiencia digital para la mayoría de la gente. Se podría decir que el smartphone es el sol y que todo gira alrededor de él.

Pocas cosas hay como la transición de Google de la búsqueda con texto plano en internet a ser el centro de todo, y los intentos de cambio de la actualización de noticias de Facebook. Microsoft tiene dos grandes negocios rentables en Windows y Office. Poco a poco estos desaparecerán, así que ¿cómo se pueden utilizar para crear algo nuevo? En vez de que todos los nuevos proyectos tengan que ser compatibles con Office y Windows, ¿qué se puede hacer para que Office y Windows sean compatibles con el futuro? Hay que distinguir entre lo que mantiene el legado de los negocios de Office y Windows (y Microsoft está realizando grandes esfuerzos para ello), a la vez que se utilizan para otras cosas.

No obstante, también hay que pensar en lo que queremos que sea lo «nuevo». La misión de Google es generalizable más allá de la búsqueda web. Es una empresa de aprendizaje automático cuya misión es entender todo y ayudarte a encontrarlo, y esto no tiene por qué limitarse a una interfaz de búsqueda mediante texto.

Microsoft lo tiene menos claro. Ha puesto un PC en todos los hogares y en todos los escritorios, lo que hace unos años parecía una locura, pero ahora un teléfono móvil significa «un ordenador en cada bolsillo» y Microsoft está muy lejos de conseguir esto. Entonces, ¿qué puede hacer? Las plataformas empresariales y la productividad van a cambiar en gran medida y esto a su vez significará un abandono de los PCs. Compartir carpetas de documentos (o copiarlas como aplicaciones web) no es el futuro, por lo que alguien tiene que reconstruir el tejido conector de la empresa. Alguien. No tengo una imagen cierta de quién podría hacerlo, pero admitir la derrota es el primer paso para conseguirlo.

Fuente: LinkedIn

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