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Symphony es el equivalente virtual de la antigua bolsa de valores, un lugar de encuentro para todos los que están en el sector.

Con los años, muchos de los «competidores de Bloomberg» se han puesto en marcha y han fracasado. Llegaron para plantarle cara al rey de la información financiera y del análisis y no consiguieron su objetivo.

Ahora llega Symphony, una startup que ofrece un servicio de mensajería y plataforma de tecnología lanzado por Goldman Sachs para desafiar el dominio de Bloomberg. Esto representa un problema: si hay una organización a la que otros bancos y gestores de inversiones les gusta menos que Bloomberg es Goldman. En un formulario de exención de impuestos, el lanzamiento de Symphony de esta semana podría eliminarse.

Eso sería un error, no porque Symphony esté obligada a tener éxito, sino porque no tiene por qué acabar con Bloomberg para conseguirlo. No está atacando de forma directa, como ocurre con otros rivales de Bloomberg como Thomson Reuters. Adopta un enfoque tecnológico diferente para competir, al igual que Android, la plataforma móvil de código abierto respaldada por Google, que se introdujo en el mundo cerrado de Apple.

Puede que salga bien e incluso si no lo hace, su modelo podría funcionar para otros. La tecnología ha evolucionado, por lo que es más fácil para ambos rivales competir con los demás y atacar a un enemigo mayor. El hecho de que otras 14 instituciones, entre ellas BlackRock, el mayor gestor de fondos del mundo, se unieran a Goldman para apoyar a Symphony muestra que algo ha cambiado.

Bloomberg siempre ha parecido vulnerable: sus pantallas de color naranja y negro, su extraña variedad de comandos de teclado, su dependencia, en el caso del 80% de sus 8,5 mil millones de dólares de ingresos anuales, de la venta de terminales a un precio fijo de 21,000 dólares al año cada uno, sin descuento, incluso si solo se utilizan para enviar mensajes, y su cultura interna de culto creada por Michael Bloomberg, su fundador.

Sin embargo, prospera porque, a pesar de exigir a los 325.000 usuarios de sus terminales que aprendan un lenguaje completamente nuevo, se centra sin descanso en servirles a ellos. El terminal integra sin problemas datos, análisis, mensajes, e incluso la capacidad de operar con derivados y bonos. Si algo está mal, o parece que está mal, el usuario llama y se arregla.

Bloomberg es más que una red; se trata de una comunidad. Un gestor de carteras puede conversar en línea sobre una operación con un comercial de un banco de inversión, revisar una hoja de cálculo y otros datos, y llevar a cabo una operación, todo dentro de sus terminales de Bloomberg. Es el equivalente virtual de la antigua tradición de la bolsa, un lugar de encuentro para todo el mundo en el negocio de las finanzas. Esto hace que, como un rival dice de la misma, se vuelva muy «llamativa».

¿Cómo se procede para lograr esto?

Según los expertos, con mucha dificultad. Thomson Reuters, su principal rival, perdió progresivamente terreno a pesar de las remontadas y de presentar a «rivales para acabar con Bloomberg» (su cuota de mercado en 2014 fue de un 26% en comparación con un 32% de Bloomberg), de acuerdo con Burton-Taylor, un grupo de investigación. Otras rivales como FactSet, Markit y Capital IQ siguen creciendo pero aún no son lo suficientemente grandes.

En 2013 apareció una grieta cuando se descubrió que los periodistas de Bloomberg habían observado la actividad de los suscriptores para sus historias. Goldman, que paga 2.500 terminales de Bloomberg, y que estaba desarrollando su propio sistema de mensajería y comunicación, protestó seriamente. Más adelante introdujo este software en Symphony para animar a otros a unirse.

Los bancos no solían preocuparse a la hora de pagar la factura de Bloomberg. No obstante, la situación actual es más difícil y el endurecimiento de la regulación ha perjudicado a sus divisiones de renta fija y de intercambio de divisas. Bloomberg también está compitiendo de forma más directa con ellos al permitir a los usuarios ejecutar operaciones directamente, en lugar de utilizar las plataformas de comercio electrónico bancarias como TradeWeb.

Independientemente de lo que le molesten estas tendencias a Wall Street, no podría haber hecho mucho si no fuera por la evolución de la tecnología. El software de código abierto, el cloud computing e Internet han hecho que sea más fácil competir con redes como Bloomberg.

Symphony no tiene por qué hacer todo - se puede construir una plataforma y dejar que otros programen software y aplicaciones.

Será más una app store de Wall Street que de Bloomberg en la que un proveedor de datos como Markit, un banco como Goldman, o un gestor de activos como BlackRock ofrecerá precios y datos de los widgets, o integrará los de ellos con otros. Algunos servicios serán privados y solo tendrán varios usuarios, y otros estarán abiertos a todos.

También será mucho más barato - desde sólo 15 dólares al mes por el servicio básico de mensajería. Goldman quiso construir su propia red de mensajería para que todos sus 35.000 empleados (desde personas de operaciones y de oficina a analistas) pudieran comunicarse, aunque no tuvieran un terminal Bloomberg. Del mismo modo, Symphony tiene como objetivo difundirse ampliamente en lugar de llegar a lo más alto.

El mayor obstáculo lo representan los compradores de activos, es decir, los administradores de activos y fondos de cobertura de Bloomberg, y para los que un nuevo servicio significa que otra pantalla se pondrá en un escritorio. Symphony será de interés para los bancos de inversión con miles de empleados de oficina, pero ¿qué pasa con los fondos de cobertura que solo cuentan con unos pocos empleados?

Puede que siga ganando en popularidad, que se extienda entre los compradores de activos y que acabe con el rey del trono, pero es poco probable que se dé esta situación. Aunque Wall Street haya caído bastante, todavía cuenta con los recursos suficientes para comprar terminales de Bloomberg para los operadores de élite y los vendedores que los quieren.

Symphony no acabará con Bloomberg, pero esta u otra parecida podrían tener un gran impacto al ser diferentes. Eso también se considera éxito.

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