Los científicos han respondido a las preguntas de aquellos a los que les preocupa cómo nos está afectando Internet, desde las repercusiones que puede tener Google en nuestras memorias a la forma en que la web afecta a la capacidad de concentración, entre otras.
A lo largo de la historia, las personas siempre se han preocupado por las nuevas tecnologías. El temor de que el cerebro humano no pueda hacerle frente a la avalancha de información que apareció por primera con la invención de la imprenta, en el siglo XVI. Cambia “imprenta” por “Internet” y nos encontramos exactamente con las mismas preocupaciones hoy en día, expresadas regularmente en los principales medios de comunicación, y por lo general centradas en los niños.
Pero ¿hay alguna legitimidad a estas afirmaciones? ¿O es simplemente un alarmismo innecesario? Hay varias cosas a tener en cuenta cuando se considera la forma en que nuestro cerebro lidia con Internet.
El cerebro humano siempre está manejando un flujo constante de información abundante – así es el mundo real.
En primer lugar, no hay que olvidar que “Internet” es un término muy vago, ya que contiene muchas cosas en muchos formatos diferentes. Por ejemplo, podrías desarrollar una adicción al juego a través de los casinos en línea o webs de póquer. Esto es un ejemplo del cerebro de alguien viéndose afectado negativamente a través de Internet, pero sería difícil argumentar que este es el principal culpable: es como culpar al “edificio” del casino por la adicción al juego; es sólo el contexto en que se produjo el problema. Sin embargo, Internet nos da un acceso mucho más directo, constante y amplio a la información de casi cualquier otra cosa en la historia de la humanidad. De modo que, ¿cómo podría afectarle, o le afecta, esto a nuestro cerebro?
Sobrecarga de información
Es importante recordar que el cerebro humano siempre está manejando constantemente una gran cantidad de información. Así funciona el mundo real, en lo que se refiere a nuestros sentidos. Ya sea mirando un vídeo que se está reproduciendo en una pantalla pequeña o viendo a la gente jugar en un parque, el sistema cerebral y visual todavía tiene que hacer la misma cantidad de trabajo, ya que ambos proporcionan una información sensorial detallada.
En realidad, el cerebro no procesa cada información que nuestros sentidos le presentan; a pesar de su potencia y complejidad, no tiene capacidad para ello. Así que filtra las cosas y extrapola lo que es importante basándose en experiencias, cálculos y posibles desarrollos. La cuestión es que el cerebro ya está bien adaptado para protegerse de la sobrecarga de información, por lo que es poco probable que Internet sea capaz de causar tal cosa.
¿Está Google destruyendo mi memoria?
Otra preocupación es que el acceso constante a la información almacenada en línea está atrofiando o interrumpiendo nuestros recuerdos. ¿Por qué molestarse en recordar algo cuando simplemente lo puedes buscar en Google (NASDAQ: GOOGL)?
La memoria no funciona de esa manera. Las cosas que experimentamos que terminan convirtiéndose en recuerdos, hacen eso a través de los procesos inconscientes. Cosas que tienen resonancia emocional, o importancia de otras maneras, tienden a ser más fáciles de recordar que la información abstracta o los hechos intangibles. Estas cosas siempre han requerido un mayor esfuerzo para recordarse a largo plazo, necesitando ser ensayado en varias ocasiones con el fin de codificarse como recuerdos. Sin lugar a dudas, Internet a menudo inutiliza este proceso. Pero si esto es perjudicial o no para el desarrollo del cerebro, es harina de otro costal.
Hacer algo con frecuencia y llegar a ser bueno en ello se refleja en la estructura del cerebro. Por ejemplo, la corteza motora de un músico experto, hábil a la hora de mover las manos, es diferente a la de los que no son músicos. Un argumento podría ser que almacenar recuerdos constantemente, en lugar de solo observar cuando sea necesario, mejoraría el sistema de memoria del cerebro. Por otro lado, algunas evidencias sugieren que un entorno estimulante y variado ayuda al desarrollo del cerebro – así que tal vez la continua información interesante que encuentra online es mejor que repetir hechos y cifras.
Sin embargo, en contra de esto, otra evidencia sugiere que la presentación detallada de páginas web, incluso sencillas, ofrece demasiados elementos para que la memoria a corto plazo pueda asimilarlos, lo que podría tener repercusiones para el sistema de memoria. En general, se trata de un panorama contradictorio.
¿Qué pasa con mi capacidad de concentración?
¿Afecta Internet a nuestra capacidad para concentrarnos en algo o el tener un acceso permanente a muchas cosas resulta ser una distracción importante?
El sistema de atención humana es complicado y, de nuevo, existe una imagen poco clara. Nuestro sistema de atención de dos niveles (lo que significa que hay un nivel consciente que nos permite dirigir nuestra atención y uno inconsciente que desplaza la atención hacia cualquier cosa que nuestros sentidos captan que podría ser significativa) ya es algo que puede hacer que centrarse al 100% en algo sea todo un reto. Es por esta razón que muchas personas prefieren escuchar música mientras trabajan: ocupa parte del sistema de atención, que de otra manera encontraría distracciones mientras estamos tratando de hacer algo importante.
Sin embargo, Internet, proporciona una distracción muy rápida y eficaz. Podemos estar mirando algo agradable en cuestión de segundos, lo cual supone un problema, dado que en el mundo moderno se realiza una gran cantidad de trabajo en el mismo dispositivo que utilizamos para acceder a Internet. Es preocupante que hayan surgido aplicaciones y empresas específicamente para abordar esta cuestión.
No obstante, sería injusto decir que Internet es responsable de distraernos en el trabajo. El sistema de atención del cerebro y la preferencia por experiencias novedosas existían mucho antes que apareciese Internet; este solo hace que estos aspectos sean más molestos.
La competición por los “Me gusta”
Las interacciones sociales con otras personas son un factor importante en la forma en la que nos desarrollamos, aprendemos y crecemos a nivel neurológico. Los seres humanos son una especie muy social. Sin embargo, ahora Internet ha permitido que las interacciones y relaciones sociales se produzcan entre un gran número de personas, a través de grandes distancias y que ocurran a diario.
Esto significa que todo lo que hacemos puede compartirse al presionar un botón, pero esto tiene consecuencias. Se dice que los sentimientos positivos obtenidos de la aprobación de las redes sociales funcionan en las mismas bases neurológicas que las drogas; proporcionan recompensas a través del sistema de la dopamina. Por lo tanto, la adicción a las redes sociales, se está convirtiendo lentamente en un problema. Mediante la creación de una situación en la que estamos constantemente tratando de impresionar y siendo juzgados por otros, después de todo tal vez Internet no está le haciendo mucho bien a nuestro cerebro.
Pero, como con casi todas las cosas, el problema real se reduce a otras personas, no a la red.