China - un entorno aislado en el que las empresas locales prosperan gracias a la protección del gobierno y el desarrollo del arte de la imitación.
Google (NASDAQ:GOOGL) se fue. Facebook (NASDAQ:FB) está bloqueado. Amazon (NASDAQ:AMZN) está luchando por avanzar. Y si hace falta demostrar aún más que el mercado tecnológico chino es un mundo aparte, esta semana parece que se han dado buenas pruebas de ello. Uber, un servicio de taxis que se ha convertido en la startup más valiosa del mundo, decidió vender su unidad local a Didi Chuxing, uno de sus rivales en China. Su sueño chino, como el de muchos antes, ha muerto.
Para muchos, las lecciones de esta última rendición están claras. China es algo así como una isla Galápagos tecnológica, un medio diferente y aislado en el que florecen las empresas locales. Las empresas chinas están protegidas de la competencia externa por las leyes del gobierno y el Gran Cortafuegos. Ese proteccionismo significa que no tienen necesidad alguna de innovar sino que prosperan copiando los modelos de negocio desarrollados en Occidente. En resumen, China está cerrada, sus empresas están cuidadas con mucho mimo y todo su talento se debe a las imitaciones.
A simple vista, la retirada de Uber parece que va unida a su perfil negativo. La startup ha cedido a Didi el mercado chino: esta se concentrará en su mercado nacional y en el resto del mundo. La causa de la rendición de Uber fueron en parte las leyes promulgadas a finales de julio por las autoridades chinas, las cuales ilegalizaban a todos los efectos las ayudas – Uber gastaba 1.000 millones de dólares al año en incentivos para los taxistas chinos.
Ahora Didi, cuyas empresas precursoras fueron fundadas en 2012, tres años después de que Uber implantara su servicio de taxis, ofrece este servicio. Pero si observamos más de cerca, la imagen resulta más positiva – no solo de Didi, sino de todas las tecnológicas chinas en conjunto.
El mensaje ha sido captado
La historia interminable del aislamiento del mercado chino es que las empresas extranjeras están o bien todas bloqueadas o limitadas por los legisladores. El gobierno ha coartado realmente la competencia en algunas zonas – que es por lo que China tiene clones desafortunados de las empresas occidentales, como Baidu, en buscadores, o Renren, una mala imitación de Facebook.
Sin embargo China no es impenetrable como sus críticos sugieren. WhatsApp, la aplicación de mensajes de texto más popular en el mundo, propiedad de Facebook, es de libre acceso en China; pero aún la supera WeChat, la principal aplicación china (que también ha vencido a Alibaba (NYSE: BABA), un fantástico gigante local de Internet).
China es el mercado más amplio de los iPhone de Apple. Uber ha hecho un valioso esfuerzo por establecerse en China, el mercado de servicios de taxi más grande del mundo: su participación del 17,7% en Didi no es un mal premio de consolación.
Y los gigantes tecnológicos chinos no se están aislando del resto del mundo. Han invertido en startups norteamericanas, incluso Snapchat y Lyft, y han comprado empresas dedicadas al diseño de aplicaciones de juegos para móviles como Supercell de Finlandia y Playtika de Israel.
Tener presencia en el mercado chino está muy bien, pero como contrapartida, no es tan bueno si no te dejan ganar. Esto no dice nada bueno de los líderes tecnológicos chinos. Los servicios de taxi, como muchos negocios online, es un mercado despiadado donde el ganador tiene el monopolio.
La propia Didi es producto de una fusión de dos compañías locales en 2015. Uber se quedó fuera de la competencia. Terminó a finales de 2015 con mil millones de servicios, tras cinco años en el negocio; Didi consiguió realizar 1.400 millones solo en 2015 y solo en China. Uber luchó por aumentar su cuota de mercado en China por encima del 10% pero Didi entendió la cultura local, se integró mejor con las plataformas de redes sociales y habilitó legalmente a sus taxistas incorporándolos a su aplicación desde el principio. Al proscribir las ayudas, los legisladores pusieron punto y final a la lucha que la empresa norteamericana ya había perdido.
Además, independientemente de dónde se situara el Gran Cortafuegos, no hay nada que ofrezca fuera de China la combinación de servicios que ofrece WeChat. Cuenta con más de 700 millones de usuarios y combina mensajes, llamadas de voz, búsquedas, juegos y sistemas de pago. Se puede usar para todo, desde pagar el ticket de parking hasta reservar una cita en el hospital, pedir comida o pagar una taza de café.
WeChat no es tanto una aplicación como un completo sistema operativo de telefonía móvil, y constituye más de un tercio del tiempo que pasan online los usuarios de móvil chinos; el banco HSPC valora la aplicación en más de 80.000 millones de dólares. Para los usuarios chinos, las aplicaciones occidentales están irremediablemente obsoletas.
WeChat rebate como nadie la creencia extendida y condescendiente de que las empresas chinas de Internet son meras imitadoras de las occidentales y no innovan. Pero este no es el único ejemplo. Alibaba dio el chupinazo de salida en el comercio electrónico chino con la astucia de retener los pagos en depósito, lo que ayudaba a establecer la confianza entre comprador y vendedor. Actualmente ofrece servicios aprovechando su ingente base de datos de clientes; servicios que incluyen la evaluación de riesgos de crédito, el marketing digital y el control de solicitantes de visados y usuarios de páginas de contactos.
La aplicación de servicios de taxi de Didi incluye nuevas características como servicios de autobús según demanda y la opción de solicitar una prueba de conducción de un coche nuevo. Sina Weibo, la equivalente china de Twitter, cuenta con un sistema de pagos integrado y ofrece contenidos premium, ambas características de las que Twitter carece. Al obtener sus ingresos a partir de sistemas de pago, artículos virtuales y del juego, las compañías chinas de Internet dependen mucho menos de la publicidad online que sus rivales en Occidente.
Como resultado, el flujo de ideas entre China y Occidente va en este momento en dos direcciones. Los esfuerzos de Facebook de incorporar sistemas de pago y comercio a su aplicación de Messenger son inspiración de WeChat, al igual que lo es la expansión de Snapchat de una aplicación de mensajes a un portal de medios, y el repentino entusiasmo de Google, Facebook y Microsoft por los bots (software inteligente que chatea con los clientes). La experiencia de los consumidores occidentales en Internet para móviles está basada en el éxito de los chinos. Si las compañías quieren vislumbrar el futuro del comercio en los móviles, no solo deben dirigir su mirada a Silicon Valley sino también al otro lado del Pacífico.
Dragones digitales
Los políticos también deben fijarse en China. Ningún otro lugar revelará más sobre las ventajas y desventajas de los mercados digitales, donde los ganadores tienen el monopolio. Como muestra WeChat, una sola aplicación predominante, sobre todo con sistema de pago incluido, es sorprendentemente útil para los usuarios. Pero los monopolios también pueden atraer el peligro. Ahora que Didi tiene el 90% de la cuota de mercado y no se puede hablar de rivales serios, los pasajeros seguramente pagarán más y los taxistas cobrarán menos.
La gran cuestión para los legisladores de la era digital es cómo encontrar el equilibrio entre lo conveniente y lo que predomina. Hay una conclusión clara: al contrario que Renren y Baidu, Didi y WeChat se vieron reforzados por las duras rivalidades. Si las vanguardias tecnológicas en China se proponen de verdad triunfar en el mundo, la competencia es su aliada. Mucho cuidado, mundo.