En 1975, un grupo de genetistas discutió en la conferencia de Asilomar sobre los riesgos asociados con la creación de organismos modificados genéticamente. 42 años después, los científicos se han vuelto a reunir para hablar sobre las amenazas económicas de la inteligencia artificial.
En febrero de 1975, un grupo de genetistas se reunió en una pequeña ciudad de la costa central de California para decidir si su trabajo podría provocar el fin del mundo. Estos investigadores estaban empezando a explorar la ciencia de la ingeniería genética, manipulando ADN para crear organismos que no existían en la naturaleza. Sin embargo, no estaban seguros de hasta qué punto estas técnicas afectarían a la salud del planeta y de las personas. Por lo tanto, descendieron proseguir con sus estudios en un refugio costero llamado Asilomar, un nombre que se convirtió en sinónimo de las directrices adoptadas en la reunión – un estricto marco ético cuyo objetivo era garantizar que la biotecnología no diera lugar a un apocalipsis.
Cuarenta y dos años más tarde, otro grupo de científicos se ha reunido en Asilomar para discutir un problema parecido. Sin embargo, en esta ocasión la amenaza no es biotecnológica, sino digital. En enero, los principales investigadores de inteligencia artificial del mundo caminaron junto a la playa mientras hablaban sobre las posibles consecuencias de sus investigaciones en el destino de la humanidad. Fue una conferencia privada – la importancia del asunto obliga al secretismo. Sin embargo, durante los últimos días, los organizadores publicaron varios videos sobre los temas discutidos en las conferencias e incluso algunos de los participantes están dispuestos a hablar sobre el tema y a arrojar luz sobre la opinión de los expertos.
El aumento del número de coches y camiones autónomos no es más que el principio. La IA no es un amenaza solo para los trabajos manuales.
Discutieron la posibilidad de que una superinteligencia fuera capaz de escapar del control humano, y a finales de mes, los organizadores de la conferencia desvelaron un conjunto de directrices, firmadas por los asistentes y otros pesos pesados del sector de la IA cuyo objetivo es prevenir esta posible distopía. Sin embargo, los investigadores de Asilomar también estaban preocupados por unos asuntos más inmediatos: las consecuencias de la IA en la economía.
"Una de las razones por las que no me gustan las discusiones sobre superinteligencia es que son una distracción de lo que realmente importa", dice Oren Etzioni, director ejecutivo del Instituto Allen para Inteligencia Artificial, quien asistió a la conferencia. "Como dijo el poeta, tened menos problemas imaginarios y más reales".
Los investigadores del campo de la IA no se han tomado demasiado en serio las promesas del gobierno de Trump de volver a hacer a América grande recuperando los trabajos tradicionales de las fábricas. Saben que estos trabajos nunca se recuperarán gracias en gran parte a su propia investigación, que acabará con muchos otros tipos de trabajos durante los próximos años. Los investigadores reunidos en Asilomar analizaron cuál es el verdadero problema de la economía estadounidense que está acabando con la clase media. Y han llegado a la conclusión de que no es la inmigración, ni mucho menos, ni la deslocalización, ni los impuestos ni las normas. Es la tecnología.
Odio contra las máquinas
El número de puestos de trabajo en fábricas de EE. UU. alcanzó su nivel máximo en 1979 y no ha dejado de caer de forma constante desde entonces.
Al mismo tiempo, la fabricación no ha dejado de crecer: el país ahora fabrica más mercancías que cualquier otro país con la excepción de China. Las máquinas no solo están sustituyendo a las personas en las cadenas de montaje, sino que hacen el trabajo mejor. Y esto está sucediendo antes de que la IA invada otros sectores de la economía. El economista del MIT, Andrew McAfee, dijo en el primer día de las reuniones de Asilomar:
"No me preocupa demasiado que suceda algo parecido a Terminator. Si las tendencias actuales continúan, la gente va a alzarse mucho antes que las máquinas".
McAfee ha subrayado una serie de nuevos datos que ponen de manifiesto que se ha producido una fuerte caída en la creación de empleos de clase media desde la década de 1980. Ahora, la mayoría de los nuevos puestos de trabajo o están muy mal o muy bien pagados.
También argumentó que estas tendencias son reversibles, que la mejora de la educación y un mayor énfasis en el espíritu empresarial y la investigación pueden ayudar a alimentar nuevos motores de crecimiento, que las economías han superado el auge de las nuevas tecnologías. Sin embargo, tras la charla, muchos de los investigadores le advirtieron de que la próxima revolución de la IA va a acabar con muchos más puestos de trabajo de los que pensaba.
De hecho, el aumento del número de coches y camiones autónomos es solo el principio. La nuevas técnicas de IA están listas para revolucionarlo todo, desde la fabricación y la atención sanitaria hasta Wall Street. En otras palabras, la IA no solo va a afectar a los trabajos manuales. "Algunos de los pesos pesados del campo se acercaron a mí y me dijeron: 'Creo que te estás equivocando. Estás subestimando la velocidad del cambio'", dice McAfee.
Esta amenaza ha vuelto a sacar a colación el tema de un ingreso básico universal, un salario garantizado de por vida que el gobierno pagaría a cualquier persona que se vea obligada a abandonar el mercado laboral. Pero McAfee cree que esto solo serviría para empeorar el problema, ya que la gente tendría menos motivación para emprender y generar otras actividades que podrían crear nuevos puestos de trabajo. Otros cuestionan los efectos psicológicos de la idea. Etzioni dice:
"Un ingreso básico universal no da dignidad a la gente ni les protege del aburrimiento o el vicio".
Los investigadores también tienen en mente la regulación de la IA. Algunos temen que cuando la Casa Blanca dé por solucionado el problema de la inmigración - que pondría freno al tipo de emprendimiento que McAfee pide, el Gobierno centrará sus esfuerzos en paralizar la automatización y la inteligencia artificial. Eso sería una mala noticia para los investigadores del campo de la IA, pero también para la economía. Si el desarrollo de esta tecnología pierde impulso en el país, este se acelerará en otras partes del mundo, poniendo a los puestos de trabajo estadounidenses en un riesgo aún mayor debido a la competencia global.
Al final, nadie se marchó de Asilomar con una idea clara de cómo evitar los problemas económicos. "Cualquiera que crea saber lo que va a pasar en el futuro con la inteligencia artificial o no sabe lo que está diciendo o se está riendo de ti", dice McAfee.
Dicho esto, los investigadores dicen estar decididos a encontrar una respuesta. "A los profesionales del campo de la IA les preocupan los futuros problemas que esta pudiera ocasionar", dice Etzioni. Pero están seguros de que evitar el desarrollo de la IA no es la respuesta. Y tampoco es que sea posible recuperar los antiguos puestos de trabajo de las fábricas.