El partido conservador tendrá casi imposible conseguir que Rajoy sea reelegido como presidente.
Rajoy ha perdido las elecciones generales por mucho que el análisis de las cifras más simples ofrezca la opinión contraria. El Partido Popular es la fuerza más votada pero no podrá formar un Gobierno. Ni siquiera le sirve el apoyo de Ciudadanos. Con 163 escaños, ambas formaciones se quedarían muy lejos de los 176 necesarios para gobernar España. Tampoco llegan a los 187 votos del resto de grupos de la Cámara que pueden impedir la elección de Rajoy en segunda votación.
Desde el balcón, Rajoy ha sido rotundo:
«Voy a intentar formar Gobierno. Buscaré un Gobierno estable».
Sin embargo, el líder del PP no saldrá elegido en la primera sesión de investidura y todo indica que tampoco en la segunda. Así lo señala el veredicto de las urnas. El PP lo tiene prácticamente imposible.
En el otro lado las cosas no están nada claras. PSOE y Podemos no suman y necesitarían del concurso de otras fuerzas para hacerse con la posibilidad de poner en pie un gobierno progresista. «España quiere izquierda», ha dicho Pedro Sánchez desde la sede de su partido. Unos minutos antes, Pablo Iglesias enumeraba su lista de condiciones para llegar a un acuerdo. Todos piensan en ese pacto, pero la posibilidad de llevarlo a cabo parece más alimentada por el calor de una noche electoral que por la lógica parlamentaria.
Sumadas a las exigencias de Iglesias, Pedro Sánchez debería tener en cuenta lo que pidan otros como Ada Colau, Mónica Oltra o Martiño Noriega. En el caso de la líder catalana ya se ha puesto sobre la mesa la exigencia de un referéndum de autodeterminación. Si a eso sumamos que el PSOE podría necesitar el apoyo de IU, ERC y PNV, la ecuación se antoja muy difícil.
El 20D deja sobre la mesa otros datos que alumbran la dificultad del escenario. El PP se garantiza la mayoría absoluta en el Senado. Los conservadores podrían rechazar en la Cámara Alta cualquier acuerdo legislativo que proceda del Congreso desde un gobierno de signo distinto al de la gaviota. Ese mecanismo tan solo aportaría lentitud a la práctica parlamentaria porque todo aquello que tumbe el Senado volvería al Congreso para una nueva votación. Cada ley tendría que ser votada al menos tres veces.
La posibilidad de nuevas elecciones
La endiablada situación en la que queda la política española podría conducir a la convocatoria de nuevas elecciones. La ley prevé que sea el rey el encargado de proponer candidato para la sesión de investidura. Felipe VI propondrá al candidato del partido más votado pero no está claro qué hará si el resto de formaciones no le trasladan la posibilidad de un acuerdo por la izquierda.
La ley prevé que hay un plazo de dos meses para conseguir la investidura de un presidente. Ese plazo empieza a correr desde la primera sesión de investidura. Si en ese tiempo no hay acuerdos de gobernabilidad, el presidente del Congreso firma el decreto de disolución de Cortes y convoca nuevas elecciones.
En esa coyuntura, según fuentes del PP, Rajoy volvería a ser el candidato. Los conservadores argumentan que cambiar la foto de cartel sería reconocer la derrota e iniciar debilitados la siguiente cita con las urnas. En el PSOE también dan por hecho que Sánchez se ha ganado el pase a una segunda ronda. Está por ver si Iglesias y Garzón podrían encontrar en este tiempo un espacio de reconciliación que le permita al partido morado rentabilizar los más de 900.000 votos obtenidos por Alberto Garzón.
Casi todos salen contentos de estas elecciones. El PP ha simulado alegría e incluso se ha escuchado en Génova algún grito de «presidente, presidente» que ha sonado a lo lejos. Lo mismo se ha oído mientras Pedro Sánchez pronunciaba su discurso de valoración. Imposturas de libro en una noche en la que más parece que elecciones, hemos tenido un ensayo general.