Patxi López ha sido elegido presidente del Congreso con la complicidad de Partido Popular y Ciudadanos.
Ya nadie en Podemos habla de «socialistas razonables». La distancia entre ambas formaciones se ha hecho palpable durante la sesión constitutiva de las cámaras, cuyo resultado ha sido la elección de Patxi López como presidente de un Congreso en cuya organización interna tendrán mayoría PP y Ciudadanos (siempre y cuando decidan actuar conjuntamente).
Los diputados de Pablo Iglesias han interpretado que la decisión del PSOE de apoyarse en Partido Popular y Ciudadanos supone un paso infranqueable para que Pedro Sánchez pretenda contar con ellos en una virtual investidura.
En el PSOE, sin embargo, siguen decididos a intentarlo con Podemos. En el grupo parlamentario socialista se muestran convencidos de que el paso del tiempo abrirá de nuevo esa vía. Fuentes socialistas aseguran que «ahora es el tiempo para que Mariano Rajoy intente recabar los votos para ser presidente».
La lógica parlamentaria señala que Rajoy tendrá que someterse a la investidura en dos ocasiones, con pocas probabilidades de éxito en ninguna de ellas.
Mientras todo esto vaya sucediendo, el PSOE espera recuperar espacios de entendimiento con Podemos para no abocar este momento parlamentario a una irremediable convocatoria de elecciones.
En el otro lado, nada indica que Podemos tenga en esta ocasión intención alguna de cambiar de criterio. El desacuerdo con el PSOE a Iglesias le ha generado por el momento un importante jeroglífico sobre cómo organizar sus grupos parlamentarios y qué hacer con los diputados de las confluencias que se presentaron con mayor o menor vinculados a sus siglas.
El diputado y miembro de la mesa por En Comú, Marcelo Expósito ha sido uno de los muchos que al prometer el cargo han realizado reivindicaciones sobre la diversidad del Estado. «Prometo trabajar por un proceso que reconozca la diversidad de soberanías», proclamó Expósito, entre murmullos y algún silbido en las bancadas del PP.
Podemos y sus socios tienen ahora un plazo de cinco días para decidir si insisten en su reclamación de cuatro grupos o buscan nuevas fórmulas, ante la cerrazón de PSOE, Partido Popular y Ciudadanos. En la búsqueda de esa alternativas han trabajado ya diputados de Podemos, las confluencias e Izquierda Unida durante las pausas de la sesión en las que no han faltado corrillos y negociaciones de pasillo.
La dificultad de Sánchez para evitar elecciones
Pese a sus 90 escaños, el PSOE de Pedro Sánchez no ha conseguido quitarse de encima la presión que les sitúa como único eje posible para evitar elecciones. La estrategia de los socialistas a partir de ahora será intentar trasladar parte de esa presión al partido de Iglesias. En Ferraz están convencidos de que a Podemos no le conviene figurar como la formación que pudo generar un Gobierno de izquierdas y prefirió nuevas elecciones. En Podemos, no lo ven igual.
Durante su discurso a los diputados, el nuevo presidente del Congreso afirmó: «Debemos ser guardianes y garantes de la pluralidad». Las palabras de Patxi López, que este miércoles será recibido por el rey, no pasaron desapercibidas para los diputados de las confluencias que en pasillos comentaban que «el PSOE se quiere quedar con el discurso de la diversidad mientras la impide».
La propuesta socialista para reconducir su situación con Podemos pasa por una reforma del reglamento de la cámara que permita la creación de subgrupos parlamentarios, dependientes del grupo mixto. Se trata de un modo de garantizar que formaciones como En Comú-Podem (la más votada en Cataluña) tenga acceso a tiempo para los debates pero sin disfrutar de las aportaciones económicas que supone tener un grupo propio.
De no haber acuerdo entre PSOE y Podemos, todo indica que habrá que repetir elecciones. La estrategia de Sánchez, en caso de desacuerdo, pasa por intentar cargar en la espalda de Podemos la responsabilidad de la repetición de elecciones.
Mientras tanto Ciudadanos tiene ante sí el papel de bisagra para casi todo. El mayor temor de los de Rivera es una nueva convocatoria electoral. En ese miedo confía el PSOE para dar por segura la abstención necesaria que haría a Pedro Sánchez presidente, si finalmente consigue resucitar el pacto a la portuguesa que ahora parece enterrado.