Militar de Libia muestra un fragmento de un documento en árabe cerca de la ciudad de Sabratha. Foto AP / Mohamed Ben Khalifa
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29 de Febrero de 2016

The Wall Street Journal: Obama ordena una lucha de poco interés contra el Estado Islámico en el norte de África.

El presidente Obama ha ido aprendiendo la dura lección de que, en la guerra, no se puede declarar victoria de forma prematura y volver a casa. Esa es la historia de Irak, donde EE. UU. ha vuelto a enviar a miles de soldados para combatir al Estado Islámico mucho después de que el presidente declarara el fin de la guerra de Irak. Lo mismo ocurre en Afganistán, donde también ha ido poco a poco y en silencio abandonando los planes de retirar todas las fuerzas militares de EE. UU. ante los grandes logros de los talibanes.

Lo mismo parece estar ocurriendo ahora en Libia. El martes, el gobierno italiano reconoció que había dado permiso para que aviones no tripulados armados estadounidenses con base en Sicilia llevaran a cabo operaciones contra el Estado Islámico en Libia. Los italianos concederán la autorización para cada caso de forma individual y solo para lo que consideran «operaciones defensivas». El martes el Journal citó a funcionarios estadounidenses que decían que los aviones no tripulados se utilizarían «para proteger las fuerzas de operaciones especiales de EE. UU. en Libia y más allá».

Esto es lo más parecido a una confirmación oficial de que EE. UU. tiene fuerzas especiales en Libia, aunque en diciembre se reveló de forma accidental en las redes sociales que había un equipo encubierto que llevaba a cabo «compromisos líderes clave», lo que provocó su salida precipitada. Lo que no es secreto es que EE. UU. alcanzó la semana pasada un campamento de entrenamiento del Estado Islámico cerca de la ciudad de Sabratha, en el oeste de Libia, lo que provocó la muerte de decenas de terroristas. Esto se produce tras el ataque aéreo de EE. UU. de noviembre que mató al líder del Estado Islámico de Abu Nabil.

AP Photo/Mohamed Ben Khalifa

El Estado Islámico tiene un número estimado de 6.000 combatientes en Libia y controla un amplio tramo de costa en la ciudad de Sirtre. El miércoles combatientes del Estado Islámico atacaron el cuartel general de seguridad del gobierno de Sabratha y decapitaron a 12 oficiales. Se dice que Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del Estado Islámico, se ha hecho cargo de las operaciones del grupo en Libia, sin duda porque lo pone entre una amplia gama de objetivos europeos en el Mediterráneo.

Consciente de la creciente amenaza, el Pentágono ha estado presionando a la Casa Blanca para atacar al Estado Islámico en Libia. El presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor Joe Dunford dice que EE. UU. quiere «emprender una acción militar decisiva» contra el grupo. Pero Obama se ha resistido, y opina que le toca a los europeos tomar la iniciativa. Las fuerzas especiales francesas ya están en Libia, pero la duda de Obama es el mismo enfoque de liderar «por detrás» que sumió a Libia en el caos.

Obama también tiene la esperanza de que un acuerdo político entre los dos gobiernos en competencia de Libia podría allanar el camino para una especie de fuerza de paz liderada por Europa. Pero un gobierno de unidad por sí solo no será capaz de eliminar al Estado Islámico en Libia, y es inverosímil creer que una fuerza de estabilización europea tendrá más éxito en la pacificación que lo que hicieran fuerzas similares en los Balcanes a mediados de la década de los 90 .

La única forma de derrotar al Estado Islámico en Libia es si EE. UU. lleva a cabo una campaña aérea y terrestre eficaz para destruirlo. Las fuerzas locales no van a recuperar y mantener territorio sin un compromiso en firme de EE. UU. El mundo no debería tener que esperar a otro ataque terrorista en Occidente por parte del Estado Islámico en Libia antes de pasar a la acción. Lo peor es el enfoque de posponer las cosas, como pasó en Irak, hasta que la amenaza sea demasiado grande como para ignorarla.

Obama ha pasado su Presidencia con la ilusión de que puede retirar a EE. UU. de los traumas de Oriente Medio. El resultado ha sido un empeoramiento de esos traumas. El presidente quiere restar importancia a esta nueva guerra de Libia, ya que sería reconocer de nuevo un fracaso. Así que esto supone añadir a Libia a la creciente lista de guerras a las que se tendrá que enfrentar el sucesor de este presidente.

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