La organización Women's Link Worldwide ha presentado una querella ante la jueza argentina María Servini por los crímenes sufridos por mujeres durante la dictadura franquista. Esta es la primera querella por la «violencia específica por el hecho de ser mujeres» y denuncia los abusos sexuales, la tortura, el robo de bebés y la humillación que sufrieron seis mujeres en las cárceles franquistas.
Mediante esta querella, que se presenta ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal número 1 de Buenos Aires (Argentina), la organización pide a la jueza María Servini de Cubría que amplíe la causa y que investigue los delitos de género.
Glenys de Jesús, directora legal de Women's Link, ha defendido:
«La realidad es que a lo largo de la historia en todas las dictaduras y conflictos armados las mujeres sufrieron una serie de crímenes específicos y diferentes a los que sufrieron los hombres pero tienden a mantenerse invisibles. No puede haber justicia ni reparación si esos crímenes no se cuentan ni se investigan».
La querella relata los hechos que sufrieron seis mujeres. Cinco de esos testimonios los conocieron en la organización a través del testimonio de sus familiares y el último, a través del testimonio de una superviviente, la presidenta del Partido Feminista, Lidia Falcón. En su denuncia incluyen la «violencia sexual» ejercida por funcionarios de prisiones y falangistas que «entraban en las prisiones a visitar a las mujeres de forma recurrente». Aseguran que estas mujeres eran «detenidas y violadas no solo porque estuvieran implicadas en la vida política sino también por el denominado delito consorte, por ser familiar de hombres con ideas contrarias al régimen».
Los delitos de tortura que describen en la querella incluyen «las descargas eléctricas en zonas genitales, golpes en el bajo vientre y en el estómago a mujeres embarazadas par impedir la reproducción». Añaden también el hecho de que 30.960 niños y niñas fueron robados en las cárceles y los hospitales. Por último, denuncian que a las mujeres «se les cortaba el pelo al cero y se les obligaba a tomar grandes cantidades de aceite de ricino y después tenían que pasear por las calles de su pueblo o ciudad». Mientras desfilaban no podían controlar sus esfínteres y eran objeto de burlas y agresiones (escupitajos, insultos, golpes empujones).