Después de tantos años de bloqueo entre ambos países, la visita de Obama a Cuba supone un momento histórico para las relaciones entre Cuba y EE. UU.
Los gritos de «EE. UU.» y ¡«Obama!» resonaron por las plazas de piedra a medida que el presidente Obama y su familia paseaban por los patios de La Habana el domingo por la noche, saboreando la bienvenida de los cubanos a pesar de la lluvia en una visita que hará historia.
«¡Bienvenido a Cuba! ¡Le queremos!», gritó un hombre cuando Obama pasaba cerca. Por encima, una mujer aplaudió y silbó desde su balcón.
Obama agradeció al personal de la embajada que había llevado niños pequeños a la ceremonia. «Para cuando sean adultos», dijo, «tenemos la esperanza de que piensen que es normal que un presidente de EE. UU. visite Cuba, y que los dos pueblos estén trabajando juntos».
Este paseo es un preludio de la reunión que Obama tendrá el lunes con su homólogo cubano – se trata de la primera reunión oficial entre los dos gobiernos en más de medio siglo.
Carmen Díaz, de 70 años, al ver la llegada de Obama desde la sala de estar de su hija, dijo:
«Me llena de alegría haber podido vivir este momento, un momento que jamás pensé que vería».
Aún así, la fuerte presencia de personal de seguridad y la lluvia ha hecho que los cubanos no hayan demostrado la emoción que han expresado que sienten con la visita de un presidente americano.
Obama siempre ha sido admirado por los cubanos, al principio como candidato, y luego como presidente. Cuando anunció las restauración de las relaciones con Cuba el 17 de diciembre de 2014, materializó una gran oportunidad para ambos países. Esa fecha ahora forma parte de la historia de Cuba junto con otras fechas históricas, como el 26 de julio de 1953, cuando el hermano de Fidel Castro lanzó un ataque al cuartel Moncada, iniciando la revolución.