El acuerdo Turquía-UE cada vez tiene más obstáculos
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Una semana después de que los líderes europeos y turcos alcanzaran un ambicioso, aunque legalmente dudoso, plan para hacer frente a la crisis de los refugiados mediante el envío de personas al otro lado del mar, los obstáculos se fueron acumulando el miércoles, en la víspera de una cumbre en la que se espera que el acuerdo sea ratificado.

El principio de acuerdo preparado durante la semana pasada devolverá a Turquía la responsabilidad del flujo sin precedentes de migrantes a Europa. Los recién llegados atraviesan este país al abandonar las zonas de guerra en Oriente Medio y Asia.

A cambio de que Turquía acepte a los retornados, Europa ha prometido miles de millones de dólares en concepto de ayuda - además de la exención del visado en Europa para los ciudadanos turcos y la aceleración de las negociaciones para permitir a Turquía pasar a formar parte de la Unión Europea. Después de cerrar este trato, los líderes europeos lo describieron como un cambio potencial de estrategia después de un año en el que más de 1 millón de solicitantes de asilo han desembarcado en las costas europeas.

Pero las dudas de que ambas partes puedan cumplir su parte del pacto han ido aumentando durante los días posteriores.

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No son pocos los obstáculos

Los obstáculos van desde las quejas de grupos de protección de los derechos humanos hasta las implicaciones del pacto debido a disputas territoriales de hace décadas.

La amenaza más grave que podría desbaratar por completo el acuerdo hizo acto de presencia el miércoles. Esta amenaza llegó de la isla de Chipre, uno de los miembros más pequeños de la UE, pero para el que una mejora de las relaciones con Turquía es especialmente sensible.

Chipre ha dicho que bloqueará cualquier intento de avanzar en la adhesión de Turquía a la UE hasta que Turquía reconozca a Chipre como un estado, algo que Ankara se ha negado a hacer. La isla lleva dividida desde 1974 entre un sur grecochipriota y un norte controlado por militares turcos.

Se esperaba que el presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, llegara a Bruselas la noche del miércoles para las conversaciones finales antes de que otros líderes del continente llegaran el jueves. Pero desde el martes ha mostrado poca voluntad de dar su brazo a torcer, dejando claro a los periodistas su descontento de que la UE esté intentando obligarlo a dar marcha atrás en su amenaza de veto.

Después de una reunión el martes con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la capital chipriota de Nicosia, dijo que la presión era «injustificada, contraproducente e inaceptable».

Incluso si Chipre no acaba echando por tierra el acuerdo, sigue habiendo muchas dudas en el aire, lo que refleja lo delicadas que serán las negociaciones durante la cumbre de dos días que comienza el jueves.

La propuesta para liberalizar el régimen de visados ​​de la UE a 75 millones de ciudadanos turcos es especialmente problemática y podría ser bloqueada por varios países. Por ejemplo, es posible que el gobierno francés tenga algo que decir al respecto, teniendo en cuenta al partido de extrema derecha Frente Nacional, que podría esgrimir el argumento de que la supresión de los visados a los ciudadanos turcos podría suponer una amenaza para la seguridad nacional antes de las elecciones presidenciales del próximo año. Los activistas británicos que defienden la salida del país de la UE, que se decidirá en un referéndum en junio, ya han comenzado a argumentar que una potencial llegada de turcos al Reino Unido es otra razón por la que el país debería abandonar la UE.

La supresión del visado también requiere del apoyo del Parlamento Europeo.

Medidas desesperadas

Por lo tanto, el gobierno turco «tiene razones para dudar de la capacidad de la UE - a pesar de sus intenciones y declaraciones – para hacer efectiva la exención de visado», escribió en una reciente nota de investigación Mujtaba Rahman, analista de Europa con el Grupo Eurasia. Este añadió:

«El acuerdo entre Turquía y la UE no durará».

La fuerte dependencia de la UE respecto a Turquía como solución a sus problemas migratorios refleja el nivel de desesperación que sienten las capitales europeas después de que los repetidos intentos de hacer frente a la crisis hayan fracasado.

La UE y Turquía llegaron a un acuerdo en otoño según el cual Europa tendría que pagar cerca de 3 mil millones de dólares para que Turquía aumentara sus esfuerzos para detener el tráfico ilegal de migrantes entre las costas turcas y griegas.

Pero hasta el momento, hay pocos indicios de que el plan esté funcionado: El número de personas que han llegado en barco a las islas griegas este año ha sido 20 veces superior que durante el mismo período de 2015.

El acuerdo preliminar alcanzado la semana pasada añade otra arma de disuasión, el hecho de que Turquía acepte el retorno de todos los «migrantes irregulares» que lleguen a Grecia. Europa ha dicho que reasentará a un refugiado sirio de los campamentos turcos por cada sirio que sea devuelto a Turquía.

Los líderes europeos y turcos dicen que el objetivo del plan es disuadir a los refugiados de hacer esos peligrosos viajes que ya se han cobrado la vida de más de 400 migrantes este año. Sin embargo, los grupos de derechos humanos han criticado el acuerdo, diciendo que negaría a las personas la protección y los derechos de asilo recogidos por la el derecho europeo e internacional.

En una carta a los líderes europeos esta semana, el Director Ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, citó una «contradicción en el corazón de este plan» debido a una política de retorno y la necesidad de dar consideración individual a cada solicitante de asilo.

Incluso antes de que el plan sea sellado, los países europeos que se encuentran en la ruta de los refugiados reaccionaron a su anuncio la semana pasada cerrando sus fronteras – dejando atrapadas a decenas de miles de personas en Grecia. Seguían atrapados allí el miércoles, y con pocas posibilidades de seguir avanzando hacia el continente.

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Pero el Papa Francisco instó a los líderes continentales a reconsiderar su postura desde la plaza de San Pedro el miércoles. Este se preguntó:

«¿Cómo es posible que tanto sufrimiento recaiga sobre hombres inocentes, mujeres y niños? Están ahí en la frontera porque muchas puertas y corazones se han cerrado».

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